La Caseta Municipal albergó ayer las actuaciones de 12 de los 21 participantes en el Maratón de Coros Rocieros del 22º Encuentro Camino del Arenal.

Y es que antes de que los coros participantes salgan el próximo jueves en pasacalles, ya se ha podido disfrutar el sábado y ayer, domingo, de un anticipo de su arte. Así, en uno de los días con más coros cantando en el Real, era el mejor momento para recordar que detrás de cada una de las actuaciones de ayer había mucho más que alegría y arte.

«No son solo las tres horas de ensayo semanal, es todo...», decía ayer Manuel Ropero, del veterano Coro La Unión recordando toda la convivencia que supone participar en un coro, desde los encuentros para las sesiones de ensayo hasta los peroles de convivencia o todas las actividades paralelas que conlleva la vida de un coro al cabo del año: actuaciones benéficas, apoyo a hermandades y asociaciones del barrio, viajes... Teniendo esto en cuenta, a veces la Feria casi es lo de menos.

Y es que los coros rocieros son un tipo de colectivo que no solo mueve en torno a medio millar de participantes que, en muchos casos, hacen de esta agrupación el centro de su vida social, condicionando también el día a día de sus respectivas familias. Basta recordar el esfuerzo que supone, simplemente, ahorrar y buscar fondos para los trajes de gitana del grupo, aunque «nosotros, los hombres, con poquito nos apañamos», bromeaba ayer Ropero minutos antes de que su coro, con 12 componentes, subiera al escenario de la Caseta Municipal.

Por cierto, en esos momentos cantaba el coro de 15 componentes Savia Cordobesa, llegado desde Miralbaida con Ana Luz López, su directora, al frente. También López coincidía en recordar todo lo que entraña la convivencia de un coro, ya que «con cariño y amistad, se canta mucho mejor», decía la responsable de la agrupación en esos momentos de mariposas en el estómago que siempre preceden al instante de subirse al escenario.