Una familia británica pasa el umbral de la entrada a la pequeña platería que Ana Martínez Clemente ostenta en la calle Tomás Conde, en pleno barrio de la Judería. Tras echar un vistazo a las particulares piezas expuestas para su venta, padre e hijo se cercioran de una señal que indica la existencia de un museo al fondo de la estancia. Curiosos, ambos siguen la flecha mientras la mujer se decanta por una de las joyas.

Desde mediados de diciembre, la trastienda de Ana Martina Silver Workshop alberga un homenaje a la labor de aquellos que hicieron de Córdoba la denominada «ciudad de plateros», así como a las técnicas y espacios empleados por ellos. Se trata de una exposición que invita a imaginar el proceso que seguía la elaboración de las tradicionales joyas cordobesas, desde que la plata empezaba a coger el grosor necesario hasta que se le daba forma gracias a unos moldes previamente fabricados y, por supuesto, el momento cuidadoso de decorar las piezas con unos utensilios que, a simple vista, recuerdan a los empleados por los médicos en los quirófanos. «Estas técnicas, antes en la vanguardia, ahora se consideran anticuadas, aunque nosotros las seguimos utilizando por el encanto que tienen, por el romanticismo», cuenta Ana Martínez, quien ha estado familiarizada con el oficio desde siempre. Cuando su abuelo, José Martínez Álvarez, trabajaba en su propio taller en el típico barrio platero de la Magdalena ella, aun muy pequeña, ya curioseaba entre las herramientas queriendo aprender el oficio. Más tarde vino el relevo de su padre, José Martínez Álvarez, trayendo consigo la introducción de innovaciones en el sector con la técnica de la microfusión. Y finalmente Ana, tercera generación de plateros, que ahora quiere poner en valor esos aportes culturales a través de la mesa de trabajo de su padre, la vieja máquina de escribir que utilizaba en su oficina, sus herramientas... Junto a estas, también puede verse un vídeo sobre la historia de la platería realizado por la directora de los museos municipales, Mercedes Valverde Candil, y una colección de recortes de prensa que ilustran los distintos diseños de joyas llevados a cabo por el taller desde sus inicios. Entre los más característicos, están aquellos que emulan a las macetas de los patios cordobeses o el que reproduce un capitel califal de la Mezquita. «Lo que buscamos es que los visitantes vean la importancia y la calidad que tenía y que tiene Córdoba en este sector», incide Ana Martínez, responsable de que, en algún lugar de Inglaterra, una mujer lleve ahora consigo una porción de la cultura de Córdoba. Cultura de plata y filigrana, centenaria.