Han pasado ya catorce años de aquella portada en la que Diario CÓRDOBA mostraba a Las Ketchup, el grupo del momento, la criatura del compositor cordobés El Queco, autor del famoso Aserejé, firmando discos en Carrefour Zahira. En julio del 2002, Las Ketchup eran solo tres hermanas, Lola, Pilar y Lucía (Rocío se sumaría después) y ocupaban espacio privilegiado en todos los medios de comunicación. Ese día, la sección de Cultura de este periódico abría con la firma de discos con la que presentaron su primera gira, setenta conciertos por toda España, que intercalaron con la promoción del disco que las lanzó a la fama en América Latina. Más de 500 personas, álbum en mano, las esperaban para verlas, tocarlas, besarlas y las hijas de El Tomate derrocharon simpatía.

En julio del 2016, las hermanas están de vacaciones en distintos puntos de España, pero Lola atiende el teléfono a la primera. La primera pregunta es obligada. ¿Qué ha sido de vosotras? «Seguimos trabajando, seguimos siendo Las Ketchup, pero actuamos fuera de España, en Suecia, en Rusia, en Francia, porque la cosa aquí está...». Vendieron más de 7 millones de discos, pero no van a sacar más. «Estuvimos preparando repertorio, pero las cosas con las discográficas están regular». Siguen siendo fieles a los temas que las hicieron populares en su día y alternan los aeropuertos con la vida familiar. «Todas somos madres, Pilar y Lucía siguen en Madrid y Rocío y yo en Córdoba, yo no cambio mi Córdoba por nada del mundo, estoy muy a gustito, allí está mi gente de siempre», afirma Lola convencida. Recuerdan el boom que vivieron como una experiencia «increíble, un cambio muy gordo que nos hizo recorrer el mundo, aprender muchísimo y conocer a gente maravillosa». Su maleta de anécdotas está cargada igual que su álbum de fotos. «Aquello nos pilló de sorpresa y lo vivimos muy intensamente, fíjate que llegamos a estar seis hermanos encima del escenario y eso es muy bonito», comenta Lola, la del pelo rojo, que siempre fue especialmente cercana. Aún se acuerda de Pepe, un fan que fue a verlas a Vladivostok (Rusia). «Eso estaba en el fin del mundo y él ahí, con su camiseta de España. Aquello fue genial». H