Pozoblanco cerró ayer el ciclo festivo que ha vivido en honor a San Gregorio, la popular feria chica que por segundo año se ha disfrutado íntegramente en el barrio que lleva el nombre del santo, volviendo a recuperar su sabor de siempre. Este lunes, fiesta local, tuvo lugar la procesión de la imagen por las calles próximas a la ermita, que ha lucido un entorno renovado tras las obras de mejora recién terminadas.

Las fiestas de San Gregorio son las de la participación, la convivencia y revivir tradiciones como la de la quema del corcho, que tuvo lugar el domingo a la finalización del triduo. El primero junto a la ermita, los más valientes o con mejor forma física se atrevieron a saltar sobre las llamas del corcho ardiendo, todo ello mientras en las inmediaciones se vendían las populares arropías, el dulce palo de caramelo con sabor a la infancia de otros tiempos que solo se puede ver ya en las verbenas populares. También el domingo se repartieron garbanzos tostados y altramuces y más tarde se quemaba el segundo corcho en la avenida Villanueva de Córdoba, frente al domicilio de los hermanos mayores, los hijos de Vicente Galbis.

Han sido estos algunos de los muchos momentos que ofrece la fiesta estos días, como la entrega del estandarte ayer, para finalizar las celebraciones, a los nuevos hermanos mayores que son la familia Moreno Cobos, el desayuno que la cofradía ofrece a los mayores de las residencias, o la paella para todo el que quisiera acercarse a la ermita, así como competiciones deportivas.