Ayer se volvió a cumplir la tradición de celebrar la romería de la Virgen del Sol en Adamuz. A primera hora de la mañana los peregrinos salían del pueblo, situado a unos 7 kilómetros de la ermita, para dirigirse hasta ella. Aunque el camino es asfaltado, el caminar se hace un poco pesado, pero cuando se trata de ir a rendir culto a la patrona, entre cantos y alegrías, los fieles lo hacen del tirón y se les hace corto. Unos van andando, otros a lomos de sus caballos, los más numerosos en carruajes y carrozas, y los demás en coches, ya que hay que ir preparando el perol entre un mar de eucaliptos. Todo está perfectamente organizado para la llegada de los romeros. Protección Civil, Policía Local y Guardia Civil custodian los accesos y salidas de vehículos para que no haya percances. Una vez en el cerro, los romeros se dirigen a la ermita, donde los devotos rezan el rosario y el coro de Nuestra Madre del Sol entona sus primeros cantos de alegría hacia la Virgen. Tras las primeras palabras del párroco, el hermano mayor abre camino en la procesión de la Virgen hasta el humilladero, y luego vuelta atrás hasta la ermita para celebrar la multitudinaria misa. Los adamuceños le pidieron agua unos días antes para que sus aceitunas se robustecieran, y así ha ocurrido. Además, el campo estaba a punto para que no se levantara polvo y tampoco hubo barro. Todo salió a pedir de boca, con una jornada encapotada, donde las nubes dejaban paso a un sol más débil que de costumbre y la brisa era más fresca. Así, la romería del Sol cumplió y fue un éxito rotundo.