Es lo que tiene un derbi provincial de fútbol, que una bicha de la capital se dé un salto 'reptado' hasta Lucena a ver un partido y se quede boquiabierta por la presencia de una decena de aficionados viendo un duelo a cara de perro, con el frío que hacía ayer a esa hora, desde una autovía y en un Sábado Santo. Es lo que tiene el fervor, que no entiende ni de incomodidades ni de inclemencias metereológicas.