Este penoso aspecto ofrecía la monumental portada de la popular casa conocida como la del Caballo de Santiago a mediados del pasado siglo XX. La cal blanqueaba y ocultaba el deterioro de una fachada en la que destacaba en ese tiempo el cierre de cristales que lucía el balcón central, sobre el que se sitúa la hornacina que cobija a la imagen ecuestre del Apóstol Santiago. Tal como acredita la fecha grabada en el dintel del balcón, fue en el año 1765 cuando se levantó el edificio.