Cada relevo estaba medido para que en los dos equipos que competían ayer, el de los pacientes de enfermedades raras y el de los profesionales sanitarios, nadie sobrara ni faltara. Tramos con 50 metros para quienes corrían con problema de movilidad o en silla de ruedas y otros de 400 para los más avezados atletas de los equipos. El caso es que, por cuarto año consecutivo, no se trataba de llegar primero. Ni siquiera de llegar, aunque en la meta esperaban más actos solidarios y un perol de convivencia para 180 personas. El objetivo de la 4ª Carrera de relevos Por un mundo sin enfermedades raras era la carrera en sí, con la que recaudar fondos para proyectos de investigación en enfermedades raras (que gracias a gestos como los de los 400 dorsales cero de la carrera han permitido reunir hasta ayer este año 2.600 euros), hacer familia entre los implicados (enfermos, familiares, instituciones y profesionales de la sanidad) y, sobre todo, darle visibilidad a un problema que afecta a unos 40.000 cordobeses, recordaba ayer Rosa García, presidenta de la Red de Madres y Padres Solidarios (Remps) en Córdoba, organizadora del evento.

Precisamente buscando esa visibilidad, la carrera, en la que participaron numerosos cargos políticos, partió de Encinarejo para cruzar Villarrubia, El Higuerón, Poniente, Santa Rosa, Levante o Fátima, acabando en el parque periurbano de El Arenal, con una fiesta y la lectura de un manifiesto en donde, con espíritu ganador, se llamó a luchar en esa otra dura carrera contra las enfermedades raras.