«Yo no soy diabética. Soy Rosario Marín, periodista y tengo esta condición de vida. Yo no soy una enfermedad», apunta. Rosario es una de las tres personas que en representación de la Asociación para la Diabetes de Córdoba (Adicor) ha participado en el reto Camina por la diabetes, realizando el Camino de Santiago junto a 100 personas más del resto de España e incluso Holanda. La protagonista afirma haber cumplido un sueño, realizado por la Fundación para la Diabetes. Reconoce las dificultades de la condición que ella padece desde su diagnóstico a los 13 años, diabetes tipo 1, por lo que afirma que «compartir con tantas personas ha sido muy positivo». El desafío no solo se centraba en caminar 20 kilómetros diarios, sino en hacer los ajustes que la actividad física requiere en cuanto a las dosis de insulina. Actualmente, Rosario es responsable de comunicación del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario (ceiA3) en la UCO. «Es un trabajo que me permite compatibilizar los cuidados de la diabetes tipo 1». Es un tipo de diabetes autoinmune y alude al control para mutualizar la diabetes con una profesión cargada de estrés. Manuel Chaves Nogales decía que «contar y andar es función de periodista» y en el caso de Rosario cobra especial relevancia. Su papel se ha centrado en la difusión de esa condición de vida. Para ello tiene un blog llamado El islote rebelde, desde donde realiza una gran labor de difusión.

«A través de la comunicación intento reforzar todas las iniciativas y dar visibilidad». Pone el foco de atención en el apartado psicológico, dando tres ingredientes vitales en el día a día de un diabético: dosis de motivación, disciplina y un continuo aprendizaje. Más de 10.000 cordobeses padecen diabetes tipo 1 y el número de afectados va en aumento.

Rosario habla de situación compleja, pero nunca de limitación, a pesar de que reconozca haberse sentido diferente en su etapa adolescente. Confiesa que el hecho de cargar con una mochila desde hace 24 años «te hace crecer antes de tiempo», destaca la periodista, a la vez que opta por normalizar la situación. Desde esa mutualización a la que tan agradecida se muestra aporta su grano de arena. Realizó las crónicas de las etapas del camino y en su discurso ensalza la labor que efectúan las asociaciones. «Mejoré mi vida cuando entré en el mundo de las asociaciones», comenta. La organización de campamentos para niños con diabetes y el trabajo psicológico son una pieza clave. Marín es consciente de que «cualquier mejora que queramos lograr tiene que ser estando asociados». El arte de superar obstáculos paso a paso.