Pero Antonio Basilio, además de usuario, era también un auténtico especialista en la reparación de bicicletas. En su cuartito de la calle de la Feria tenía todo tipo de repuestos y, además, aplicó durante décadas los remedios más sabios para el mantenimiento de los elementales artefactos que, en sus manos, encontraban una sensible prolongación de su vida útil. En la fotografía, sus hijos y nieto con dos orbeas --una de ellas la de la foto antigua-- que, debidamente restauradas, constituyen testigos mecánicos de aquellos difíciles tiempos.