Un cochino y una cochina ibéricos de bellota de unas 15 arrobas cada uno --más de 170 kilos por cabeza--, sacrificados previamente en el campo, fueron despiezados ayer cara al público en el octavo Día de la Matanza de Alcaracejos, que ha retomado el Ayuntamiento tras el parón del año pasado. Una decena de hombres participaron en las labores de despiece, que se iniciaron con la quema del pelo del animal mediante las aulagas, unos arbustos que crecen en la zona. Santiago Puerto iba narrando al público cómo el cerdo es dividido en dos partes y a partir de ahí la extracción del lomo, el solomillo, la presa, el secreto o el tocino que asado en la candela, ya convertido en torrezno, era dado a degustar a las muchas personas que acudieron de distintos lugares de la provincia.

Las mujeres, a lo largo de la calle Capitán Ferrer Morales, alguna tan veterana como Manuela Rodríguez a sus 83 años, se encargaban de adobar las carnes para hacer las morcillas de sangre, las morcillas del año, los chorizos, el salchichón y el lomo de la orza, que tal y como explicaba Isabel López se hace dejando 8 días las carne aliñada con pimentón, pimienta, orégano, vinagre, vino, perejil, laurel y sal. El alcalde, Luciano Cabrera, destacó la implicación de los vecinos y la novedad de la construcción junto al Museo de la Matanza de una zahurda con una cochina y sus lechones. Actuaron los grupos Alcaria, Danza San Rafael y Los Jarales.