Cuando Pablo Iglesias e Íñigo Errejón estudiaron a Antonio Gramsci aprendieron el riesgo que implica lo que el filósofo marxista denomina un “empate catastrófico”: cuando dos bandos en pugna están tan igualados solo pueden conseguir su mutua destrucción. Carecen de la fuerza suficiente para imponerse, pero pueden seguir luchando hasta la aniquilación recíproca. Los máximos dirigentes de Podemos, alumnos aventajados en Ciencia Política, son conscientes de que ese peligro les acecha en su segunda asamblea ciudadana, Vistalegre II, que podría terminar este domingo con un cierre en falso de consecuencias perturbadoras. No han transcurrido ni dos años y medio desde su primer cónclave, pero ambos han aprendido que para tomar “el cielo por asalto” han de dominar, antes, el suelo del partido.

Pablo IglesiasSECRETARIO GENERAL"Hay que ir de frente; si tienes diferentes ideas a las mías, compañero debatámoslas. No señales a un entorno"

En la cuenta atrás para el congreso ninguna de las corrientes moradas dispone de datos rigurosos sobre cómo está evolucionando el voto y los nervios se disparan. Han participado en torno a 80.000 inscritos de 455.932, en unas urnas abiertas hasta el sábado. La elección es secreta y solo la empresa responsable del proceso, Agora Voting, tiene acceso a los 'trackings'. Sin embargo, las familias disponen de cierta información vinculada al movimiento de sus simpatizantes en las redes sociales que les permite deducir que las fuerzas están igualadas. A dos días del final de campaña, admiten que el resultado estará ajustado y les preocupa que de Vistalegre II no salga un vencedor claro. Según las pistas que analizan, Iglesias y Errejón se pisan los talones con ligeras variaciones, pero sin una tendencia constante al alza ni a la baja.

CONSENSO POLARIZANTE O SUMA CERO

Lo único evidente que Iglesias será reelegido secretario general. Pero es en el resto de votaciones, menos llamativas, en las que se dirime lo sustancial: si tiene fuerza impulsar su proyecto, si asume a regañadientes la ruta de Errejón, cuántos dirigentes le arropan, si cumple su amenaza y se marcha o apuesta por la integración y se queda.

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Es un recuento más bien gris y poco sexy el que acabará determinando el futuro de Podemos. Y, si se constata el empate, ese futuro depende de que el lunes siguiente las familias logren un cierto consenso, por polarizante que fuere. De no ser así, de no coser las dos almas en una cirugía de extrema necesidad, el cónclave podría cerrarse en falso.

Dirigentes morados admiten en conversaciones informales que les preocupa que el resultado sea de suma cero, en el que nadie gana, y el partido queda abocado a soluciones de emergencia. Una de ellas, sostienen, sería convocar en pocos meses una nueva consulta para formar una “dirección de concentración” amparada en figuras con relativa independencia que siguen siendo referentes para los morados. Llamar entonces a la dimitida Carolina Bescansa o a líderes territoriales con cierto peso y crear una ejecutiva de unidad forzada que ahora parece un imposible. O por lo menos, improbable teniendo en cuenta la escalada de fango en las acusaciones. Este miércoles el líder criticó al ‘número 2’ y le emplazó a rectificar sus “errores” y a ir “de frente”. Errejón respondió que con el equipo de Iglesias haciendo oposición Mariano Rajoy continuará en la Moncloa.

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Entre los pronósticos abunda la idea de que Iglesias, apoyado por un sistema de votación que le favorece, podría lograr imponerse en una casilla clave, la que elige a la cúpula dirigente de Podemos, el Consejo Ciudadano Estatal (CCE). Se eligen 62 consejeros y salvo la decena que podríaconseguir la corriente anticapitalista -quienes prefieren no hacer conjeturas- y representantes ‘random’ de círculos, el poder ejecutivo en Podemos va a decidirse por la proporción que consigan Iglesias y Errejón de esa cincuentena de consejeros. Ambas familias descartan arrasar porque intuyen que los simpatizantes eligen votos cruzados de las dos candidaturas.

Tampoco parece haber distancias en la otra casilla vital para definir quién es el vencedor, la de los documentos. La impresión generalizada es que Errejón podría conseguir imponerse en el rumbo político hacia la transversalidad y derrotar a la radicalidad que postula Iglesias, en cierta medida porque en las primarias de Madrid, en noviembre, su familia ya ganó esa aunque sucumbió en las listas.

EL RELATO MANDA

El posible empate catastrófico demuestra que lo primero que está en disputa es el relato de quién ha vencido. El contrato entre Podemos y Agora Voting establece que el partido conocerá los resultados el domingo a las nueve y media de la mañana, aunque los podemistas no los darán a conocer hasta las dos o tres de la tarde. Después, Iglesias subirá al escenario a pronunciar su discurso ante 10.500 simpatizantes. La última vez que lo pisó inmortalizó aquel “asalto a los cielos” del que parecen haber pasado más que dos años, dos glaciaciones.