El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirmó ayer lo que habían dicho casi todas las encuestas, el despegue del PSOE desde que Pedro Sánchez recuperó el liderazgo del partido, pero de forma más pronunciada, acortando a pasos agigantados la diferencia con el PP, ampliando su ventaja con Podemos y al mismo tiempo ensanchando los apoyos del frente de izquierdas, que suma más que el de derechas.

Hay pocos precedentes de un ascenso tan pronunciado en un periodo tan corto de tiempo. En abril, cuando el organismo público llevó a cabo su último barómetro con intención de voto, el PP tenía un 31,5% de apoyos, 11,6 puntos por encima del PSOE, que lograba un 19,9%. La distancia ha pasado ahora a ser de 3,9 puntos. Si las elecciones generales se hubieran celebrado entre el 1 y el 10 de julio, cuando los encuestadores del CIS realizaron las casi 2.500 entrevistas en las que se basa el estudio, el PP habría obtenido el 28,8% de los votos. El PSOE, el 24,9%, cinco puntos más que cuatro meses atrás y 2,2 puntos por encima de su resultado en las generales de junio del pasado año.

El barómetro, el primero del organismo público desde que Sánchez ganó en mayo las primarias, viene a confirmar los mejores designios del líder socialista. No solo porque el PSOE suba y el PP baje. También porque el partido de Sánchez no crece a costa de Podemos.

Los morados y sus aliados llevaban varios meses cayendo, pero ahora remontan tímidamente. Su estimación de voto es del 20,3%, seis décimas por encima que en abril. Con este porcentaje, el bloque de izquierdas, formado por el PSOE y Podemos, alcanza el 45,2% de los apoyos, casi dos puntos más que la suma del PP y Ciudadanos, que se queda en un 43,3%. Los naranjas, con una estimación de voto del 14,5%, caen cuatro décimas.

Cuando el CIS publicó su anterior estudio, en plena campaña de las primarias, Susana Díaz, entonces favorita, dio por bueno el resultado, que reflejaba una pequeña subida del PSOE y un leve descenso del PP. «Es el camino correcto», dijo la presidenta de Andalucía. La visión de Sánchez fue muy distinta. «¡Por debajo del 20%! Un PSOE sin líder y en la abstención deja sin alternativa al país frente a la derecha», escribió en Twitter.

El tiempo ha dado la razón al secretario general. Al menos por el momento. Su decisión de «resituar» al PSOE «a la izquierda», una idea sobre la que basó su campaña interna, está dando resultados. El barómetro supone un espaldarazo a la estrategia de Sánchez frente a los críticos en su partido, en especial a la propia Díaz, que mantiene vivo el pulso. Ni la apuesta por la plurinacionalidad del Estado ni cambios de última hora como el rechazo al Tratado de Libre Comercio con Canadá han hecho mella en los socialistas. Al contrario.

En un encuentro informal a principios del pasado julio, Sánchez señaló que la gran batalla de la política española de los últimos años, quién lideraba la izquierda, había quedado zanjada con su victoria en las primarias del PSOE. El barómetro del CIS apuntala esta tesis. La ventaja de los socialistas sobre Podemos ha pasado en tres meses de dos décimas a 4,6 puntos, pero Sánchez no crece a costa de Iglesias. Su remontada se debe a electores que se situaban en la abstención.

El gran perjudicado por el sondeo es el PP, que cae 2,7 puntos en tres meses, su tercer descenso consecutivo, obteniendo una estimación de voto del 28,8%, muy lejos del 33% de las generales. Los conservadores tienen pocos baremos a los que agarrarse. En intención directa, que es la respuesta de los consultados sin tener en cuenta más factores (como el recuerdo de voto, la estimación de los líderes y la confianza que suscitan, entre otros), el PSOE obtiene el 19,1% frente al 17,1% de un PP al que la corrupción pasa factura.

El trabajo de campo del sondeo se llevó a cabo poco después de la comparecencia en el Congreso de Luis Bárcenas, extesorero de los conservadores.