El pleno del Congreso ha rechazado este miércoles a Pablo Iglesias como presidente del Gobierno al votar mayoritariamente en contra de la moción de censura en la que se postulaba como candidato alternativo a Mariano Rajoy. 170 diputados han votado en contra (PP, C's), 97 se han abstenido (PSOE, PDECat, PNV) y 82 la han respaldado (Unidos Podemos, ERC, Bildu, CC) en una votación pública por llamamiento que ha llegado tras una intervención agresiva del portavoz popular, que ha forzado la intervención de la presidenta de la Cámara para poner orden.

Tras un debate de dos días, el líder podemista ha logrado reconstruir puentes de entendimiento con “el nuevo PSOE” y arrastrar al presidente hasta la tribuna para dar respuestas sobre los escándalos de corrupción y Catalunya. No ha logrado erigirse como un líder presidenciable, los partidos han cuestionado su confiabilidad y le han acusado de plantear la moción solo para intentar arrebatarle la bandera de líder de la oposición alPSOE.

Y sin embargo, en sus intervenciones desde la tribuna este miércoles Iglesias ha brillado como un parlamentario de rigor,sin renunciar a sus punzadas irónicas, pero ya alejado de un tono mitinero que le funciona en las calles pero que en las instituciones se revela contraproducente.

Sabedor de su derrota numérica, Iglesias ha puesto en valor su iniciativa parlamentaria. Sostiene que ha resultado “útil” para acorralar al Gobierno y empezar a tejer un acuerdo de fuerzas progresistas ahora que el PSOE gira a la izquierda con Pedro Sánchez. Pide el jefe de los morados a los socialistas que aparten a Ciudadanos y se atrevan a construir una mayoría alternativa a la del PP con los partidos independentistas.

Los socialistas inician el acercamiento, pero con todas las prudencias. Iglesias sigue sin aceptar a Ciudadanos como socio en un eventual entendimiento con otros partidos. El portavoz del PSOE, José Luis Ábalos, le ha respondido que, aunque es consciente de que “C’s no está a la izquierda” ahora como en la Transición, “hay que sumar y abrir escenarios”.

RIVERA Y CATALUNYA, OBSTÁCULOS

El debate a cara de perro entre Iglesias y el presidente de C’s, Albert Rivera, ha mostrado lo irreconciliable de sus posiciones, el desprecio mutuo entre dos dirigentes que mantenían una relación de cordialidad pero que amenaza con convertirse, de nuevo, en el escollo de mayorías alternativas al PP.

A pesar del tono conciliador que los representantes de PSOE y Podemos han exhibido en el debate y de los similares diagnósticos que hacen de la situación del país, sus posiciones son distantes respecto al conflicto territorial.

LA ANÉCDOTA Y EL ENFADO

Mariano Rajoy, que el martes replicó a Podemos, solo acudió el miércoles al final del debate, para escuchar el áspero discurso su representante. Rafael Hernando enarboló un discurso rancio contra los podemistas que terminó haciendo alusión a la "relación" entre Iglesias y su portavoz, Irene Montero. La presidenta del Congreso, Ana Pastor, intervino para calmar los ánimos y advirtió que no iba a permitir que el Parlamento se convierta en un "circo" ni en una "taberna".

Para el capítulo de anécdotas, el error de Jorge Moragas, el Jefe de Gabinete de Rajoy. Pronunció un "sí" en la votación (pública y por llamamiento) y tuvo que corregir de inmediato, advertido por la diputada Celia Villalobos, sentada a su lado, de la equivocación.