Mariano Rajoy aseguró ayer que es un hombre de palabra y que está dispuesto a demostrarlo con la promesa que le hizo a Pedro Sánchez sobre la reforma de la Constitución. Eso sí, se comprometió a abrir la Carta Magna «antes de seis meses», por lo que el pacto no estaría, dice, incumplido hasta mayo. Y es que los cálculos electorales ante el 21-D han llevado estos días a los dirigentes del PSOE y del PSC a reclamar a Rajoy que dé señales de buena voluntad. Sánchez le exigió ayer que «aclare» cómo va avanzar en su compromiso de actualización de la ley fundamental, el único camino viable que, según el socialista, puede resolver el conflicto en Cataluña.

El presidente del Ejecutivo subrayó en numerosas ocasiones estos últimos meses que no cree que sea bueno iniciar el camino de la reforma sin unos consensos mínimos, y los socialistas se temen lo peor, que se eche para atrás. El jefe del Ejecutivo se comprometió a participar en la comisión parlamentaria para la evaluación y modernización del Estado autonómico, ya constituida en el Congreso a propuesta de los socialistas, y ahí están los conservadores. El presidente respondió ayer a Sánchez que estará «atento» a los «planteamientos» que puedan hacer todos en la comisión y que, después, cumplirá su compromiso. Esto es: tras las conclusiones a las que llegue ese grupo de trabajo en la Cámara baja, que se alargará seis meses, se activará una subcomisión constitucional, donde se abordará a fondo la reforma de la Carta Magna. Rajoy se lo prometió a Sánchez el 11 de octubre, para conseguir el apoyo socialista a la aplicación del 155 en Cataluña.

En aquella fecha, ante la hipótesis de que hubiera elecciones catalanas, Rajoy se puso un margen lo suficientemente amplio como para que ese pacto de modificar la Carta Magna no pueda verse como «un premio» a los que han intentado «liquidar la Constitución», señaló anoche en una entrevista en Telecinco. Pero los socialistas catalanes necesitan justificar el respaldo al 155.