Ocurre siempre, en todas las votaciones sobre los Presupuestos Generales del Estado, en las que los diputados deben votar cientos de enmiendas sobre las que, en su mayoría, desconocen su contenido. Las equivocaciones son inevitables, pero hay algunas más sonadas que otras. La de este miércoles ha sido especialmente simbólica. El responsable de pulsar el botón equivocado ha sido Mariano Rajoy.

El presidente del Gobierno se ha posicionado en contra de la muy farragosa enmienda 5885 en los términos de la transaccionada en pleno número 29, que fue pactada entre el Ejecutivo y Nueva Canarias para que el diputado Pedro Quevedo, que concurrió en las últimas elecciones generales en las listas del PSOE para después pasarse al grupo mixto, respaldara las cuentas públicas, un apoyo fundamental para que salieran adelante. Aun así, la enmienda (relativa al “convenio de renovación urbana Atalaya-Becerril”, una avenida de la población Santa María de Guía de Gran Canaria), ha salido aprobada con los votos de los diputados del PP y los diputados canarios.

LOS APLAUSOS

El error ha sido detectado nada más producirse, provocando cierto alboroto entre los parlamentarios. Algunos, incluso, han aplaudido la equivocación de Rajoy durante unas largas votaciones que también han ofrecido otras curiosas escenas.

Los sillones de los diputados (es decir, los escaños) son robustos, de buena calidad. Sin embargo, con poco más de cinco minutos de diferencia, se han roto dos. El primero, del conservador Jesús Juan Postigo. El segundo, de Antonio Roldán, de Ciudadanos, que ha provocado la suspensión momentánea de la sesión.