No busquen en el discurso del ‘president’ de este martes soluciones concretas a la creciente desigualdad social, a las listas de espera o la vivencia de tantos trabajadores pobres y familias sin ingresos. Sin embargo, el de este martes ha sido la intervención de mayor calado independentista de un ‘president’ desde la recuperación de la democracia, del que deberá tomar nota el próximo inquilino de La Moncloa. Eso sí, la firmeza de Carles Puigdemont con su compromiso de “o referéndum o referéndum” no ha venido acompañada de una explicación clara sobre cómo piensa llevar a cabo esta consulta si el Estado, como es de prever, activa los mecanismos legales para impedirla.

Si se celebra o no el referéndum unilateral (palabra que evidentemente Puigdemont sólo ha usado para asociarla a las actitudes del Gobierno del PP) se verá a finales de septiembre del año que viene, porque Puigdemont incluso ha puesto fecha a su desafío. Pero lo que sí se ha garantizado de entrada el ‘president’ es superar su más que precaria situación en el Parlament el pasado junio, cuando su único socio, la CUP, le impidió aprobar los presupuestos. Y es que tras una hora de invectivas de Puigdemont contra el Estado, la diputada ‘cupaire’ Anna Gabriel sólo pudo asumir que lo prometido por el ‘president’ coincide plenamente con la visión de los anticapitalistas.

¿En qué consiste el desafío? De entrada en un emplazamiento al Estado para pactar el referéndum. Puigdemont ha pedido “coraje y compromiso” a los líderes españoles para pactar el referéndum. Al mismo tiempo, lanzaba duras críticas contra los que dentro del PSOE censuran la intención de Pedro Sánchez de intentar una negociación con los independentistas, con lo que el propio Puigdemont admitía la enorme dificultado de un referéndum acordado porque el Estado “ha ido a peor” durante los meses que llevan el Gobierno en funciones.

"Perseguiremos el acuerdo hasta el último día pero si llegamos al final de la legislatura y no ha habido respuesta positiva estaremos a punto de subir el último escalón"

También ha quedado claro para el ‘president’ que este emplazamiento (que incluye negociar fecha, pregunta y porcentajes mínimos de participación en la consulta) no paraliza un calendario secesionista. La contundencia de un independentista de toda la vida se expresaba en términos como los siguientes: “No he venido a intentar hacer sostenible un autonomismo obsolescente ni a enterrar las esperanzas de tanta buena gente con juegos semánticos” o "yo no fallaré, pero no podré cumplir sin una mayoría en el Parlament sin fisuras y sin la gente movilizada cuando haga falta, que hará falta, y sé que no fallará”.

Lo que no ha concretado Puigdemont es cómo piensa hacer viable un referéndum sin el apoyo del Estado, visto el precedente del 9-N del 2014. Se ha limitado a afirmar que encaragará al vicepresidente y líder de ERC, Oriol Junqueras que inicie “la arquitectura” del referéndum y al ‘conseller’ de Exteriores, Raül Romeva la organización de la consulta. Para desvanecer dudas sobre la unidad interna sobre esta propuesta, Puigdemont ha asegurado que el encargo “apela a todo el Govern, que asume la responsabilidad entera”. Una manera de decir que existe ya un consenso en torno a esta estrategia, que pasa porque se disponga ya de las llamadas "leyes de la desconexión" y toda la arquitectura institucional para que "a finales de junio de 2017 tendremos preparadas las estructuras de Estado necesarias para poder actuar como un Estado e integrarnos en la UE y en la comunidad internacional, estamos preparados", ha proclamado, obviando dificultades tales como el ingreso en la propia UE, sin ir más lejos.

"Aconsejo que quien no tenga intención de aprobar los presupuestos que nos ahorre la duda y el tiempo y mañana no me otorgue la confianza”

Puigdemont ha hablado de consenso en el Govern cuando este no existe -o hasta este martes no existía- en su propio partido. ¿Significa ello que Puigdemont ha usado su autoridad para lanzarse a una piscina en la que habrá que ver si hay agua? “La habrá”, responde un miembro del Govern. Puigdemont cree que la vía expuesta es factible y que hay que tener en cuenta que en junio del próximo año las condiciones políticas serán distintas. Los menos entusiastas en su partido esperan que el envite del 'president' sirva para forzar una negociación con el Estado. Otros creen que en cualquier caso, si el referéndum no es materialmente posible, siempre queda la opción de una declaración de independencia (de la que no ha hablado Puigdemont en su discurso pero sí está en el programa electoral de Junts pel Sí) y unas elecciones de tipo constituyente.

ATAR A LA CUP

Eso será dentro de un año, si es que sucede. Pero de entrada Puigdemont espera tener atada a la CUP también con los presupuestos aprobados. En su discurso ha reclamado que le voten este miércoles sólo quienes les quieran aprobar las cuentas: “Aconsejo que quien no tenga intención de aprobar presupuestos que nos ahorre la duda y el tiempo y mañana no me otorgue la confianza”. Un tono contudente que ha presidido todo el discurso, incluidas las referencias al Gobierno del PP e incluso a la situación del PSOE. Hoy, en el debate con los grupos, las inconcreciones sobre esta nueva versión de la hoja de ruta quizás se resuelven. Pero el independentismo ya tiene otra fecha y otra Ítaca: el referéndum sí o sí dentro de un año.