Carles Puigdemont no se da por vencido. El expresidente de la Generalitat llegó el pasado lunes a Bruselas de incógnito acompañado de varios exconsejeros no para pedir asilo en Bélgica, ni para «escapar» de la justicia española, sino para seguir internacionalizando el proceso independentista desde el corazón de Europa y las instituciones europeas. Pero sí ha lanzado una advertencia: no tiene intención de regresar hasta que el Estado español le dé «garantías» de que él y su depuesto Gobierno recibirán «un juicio justo». Solo unas horas después, la Audiencia Nacional le citaba a declarar para mañana por rebelión, sedición y malversación, y le daba tres días a él y a los exconsellers para abonar una fianza de 6,2 millones de euros. Anoche, varios exconsejeros decidieron regresar a Barcelona.

En una multitudinaria y caótica rueda de prensa, ante más de 200 periodistas españoles y extranjeros, Puigdemont aceptó el «reto» de concurrir a las elecciones del 21-D impuestas por Mariano Rajoy, pero ha desafiado al «bloque del 155» -en referencia a PP, PSOE y Ciudadanos- a respetar el resultado si se da una mayoría independentista. «Si no lo respetan, en Cataluña habrá votantes de primera y de segunda», advirtió, recalcando que ve la nueva cita electoral como un «plebiscito democrático» contra el 155. «No nos dan miedo los retos democráticos. Estamos de acuerdo en que es votando como se resuelven los problemas».

Puigdemont también dejó claro que el motivo de su viaje no es pedir asilo como se había rumoreado. «No estoy en Bélgica para pedir asilo político, sino porque aquí se puede actuar con más libertad y seguridad». Es más, se trasladó a Bruselas en busca de «las garantías que por el momento no hay en Cataluña» y para «hacer evidente el problema catalán en el corazón de Europa». El expresident no quiso dar pistas de cuánto tiempo permanecerían en la capital comunitaria. «Depende de las circunstancias. Si nos pueden garantizar un proceso justo, independiente, separación de poderes, lo que vemos en la mayoría de los Estados miembros, volveremos de forma inmediata», aseguró, horas antes de conocer su citación judicial.

Arropado por los exconsejeros Joaquim Forn, Dolors Bassa, Toni Comín, Meritxell Borràs, Meritxell Serret y Clara Ponsatí y por los tres eurodiputados organizadores del acto, Ramón Tremosa, Josep Maria Terricabras y Jordi Solé, Puigdemont denunció la «agresividad» de la querella del fiscal general del Estado, José Manuel Maza, que recoge penas de hasta 30 años de cárcel para cada miembro de la Generalitat y cuyo título muestra que no hay «un deseo de justicia sino de venganza» por cumplir un programa electoral. Y arremetió contra la politización de la justicia por perseguir «ideas y no delitos o crímenes».

De ahí los dos mensajes que dejó en catalán, castellano, inglés y francés. El primer recado, a la comunidad internacional y particularmente a Europa. Una petición explícita a que «reaccionen». «La causa catalana es la causa de los valores sobre los que se basa Europa. Es un error que podemos pagar todos muy caro como ciudadanos europeos».

El segundo mensaje, al pueblo catalán al que explicó que su marcha a Bruselas se debe a la necesidad de evitar más violencia en Cataluña. «Tenemos delante un Estado que solo entiende el uso de la fuerza y que ha utilizado la represión para que abandonemos nuestro proyecto político. La democracia es y será la base de nuestra victoria», indicó, pidiendo a los catalanes creatividad para impedir el desmantelamiento de las instituciones catalanas.

Lo que autodenominó el «legítimo Govern de Cataluña» seguirá trabajando tanto en Cataluña, con el exvicepresidente Oriol Junqueras a la cabeza, como en Bruselas. El expresident justificó la estrategia en aras de la «prudencia» y la «seguridad» de los catalanes y para evitar que puedan desatarse actos de violencia. «Nunca hemos abandonado a los catalanes, seguiremos con nuestro trabajo y denunciaremos que es una querella política».

La negativa del Gobierno belga a ceder una de las salas del centro internacional de prensa del Residence Palace obligó a los organizadores a celebrar la rueda de prensa en un espacio más reducido del Press Club Brussels. A las puertas del edificio se congregaron varias decenas de personas con senyeras unos y con banderas españolas otros. Unos animando a Puigdemont con gritos de «president, president», que llegó acompañado de dos guardias de seguridad belgas, y otros increpándole y con «vivas a España».

El expresident se puso en contacto el lunes con el abogado belga Paul Bekaert, experto en asilo y extradición, quien defendió en el pasado a miembros de ETA y del IRA. Puigdemont le contrató como asesor jurídico. Su misión, asesorar sobre las posibilidades que tienen en caso de que la Audiencia siga adelante con la querella y culmine en una orden de arresto europea.