Si En Comú Podem fue la primera fuerza política en Cataluña el 20-D (consiguió 12 diputados), el partido morado se propone ante la repetición electoral conseguir ese mismo éxito también en las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana, donde fueron segundos, tras el PP. Aunque la campaña no se presentará hasta el jueves, fuentes de la formación han adelantado que el arco mediterráneo será el principal eje en la contienda, para que el ambiguo concepto de plurinacionalidad que defienden quede ‘aterrizado’ en actos multitudinarios y, esperan, de gran valor simbólico. Tanto es así que la fuerza de Pablo Iglesias no tiene previsto único mitin central en el ecuador de la campaña, sino que está organizando varios encuentros en Barcelona, Valencia, Alicante y Mallorca. En las islas, los podemistas planean un gran despliegue con presencia de todos los líderes de sus confluencias territoriales. Y además está prevista la visita de la alcaldesa Ada Colau en algunos de los mítines más significativos, como el de Madrid, donde Podemos sitúa el inicio de la campaña y baraja también el cierre.

Alentado por las encuestas, el secretario político, Íñigo Errejón, ha diseñado una campaña descentralizada, alejada de las caravanas tradicionales en las que el candidato hace una gira única. La intención, esta vez, es establecer varios circuitos simultáneos incluso entre los dirigentes estatales del partido, que compartirán cartel con Alberto Garzón en múltiples ocasiones. Iglesias y el líder de IU coincidirán por lo menos en cuatro escenarios, otras dos lo hará con Errejón -Málaga y Coruña- y también se programarán actos del malagueño con otros miembros de la dirección de Podemos.

Una de las principales novedades de la campaña, más allá del énfasis en el Mediterráneo, es la reducción de actos en los que participará el secretario general de los morados. Pablo Iglesias sólo intervendrásiete u ocho días, y el resto del tiempo lo dedicará a preparar los debates entre candidatos y las entrevistas en televisión. En la decisión concurren dos factores determinantes.

El primero, es efectivamente la necesidad de estudiar para afrontar una campaña que se juega en buena medida en la pequeña pantalla. Pero también es cierto que el declive en su imagen, que ha caído en picado en la valoración de líderes que evalúa el CIS, también ha influido en la configuración de la campaña. La consigna es que Iglesias traslade una imagen menos agresiva en lo icónico -últimamente utiliza corbatas- y también en lo discursivo, para evitar exabruptos y titulares explosivos que resten coherencia a una estrategia fundamentada en enfrentar dos ejes dicotómicos: la rudeza de PP, PSOE y Ciudadanos frente a la ilusión de las filas de Podemos.

GEOGRAFÍA EMOCIONAL

El diseño de la campaña se basa en un esperado -y casi deseado- aumento de la agresividad de sus contrincantes para poder trasladar una sensación de ‘fair play’ y de buenismo que mejore la radicalidad con la que la población dice haber percibido a Iglesias en los meses de las negociaciones de gobernabilidad. Por ello, los dirigentes de Podemos no pierden la ocasión de destacar el “intento de enfangar” que observan en sus adversarios como el último vídeo de C’s contra "el coletas", o las acusaciones de “radicales” y “comunistas”. En el fondo, opinan, este maniqueísmo primario les beneficia y les permite describirse desde la lógica de dirigentes que afrontan la batalla con buenas artes.

En sus mítines, Errejón pide a los simpatizantes que no respondan a los ataques y admite que buena parte de la contienda va a medirse en “la geografía emocional” que enfrenta “gestos hoscos” con “ilusión”.

El otro gran reto para Podemos es lograr una penetración mayor en entornos rurales y en población a partir de 50 años, a la que esperan seducir a través de la conexión con sus hijos o nietos, un sector que el partido ya tiene ganado.