Si hay una certeza tras la convocatoria de una consulta soberanista en Cataluña para el 9 de noviembre es que el próximo lunes el Gobierno la recurrirá. Al presidente catalán, Artur Mas, le tocará entonces mover pieza. Y probablemente estaremos ante una partida de ajedrez con caída de bandera.

En este tipo de partida no hay margen de error ni aplazamientos. Cuando uno mueve pieza pulsa el reloj e inmediatamente se activa el del oponente. Pero cuando al que le toca mover le quedan menos de dos minutos, puede reclamar tablas antes de que caiga la bandera.

Desde que en diciembre de 2012 anunciara la doble pregunta de la consulta, el Gobierno español no ha parado de pedirle a Mas que evite el movimiento que hoy ha desplegado de la manera más solemne posible: en el Palau de la Generalitat y rodeado de los partidos que le apoyan en este pulso: CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP.

Apenas dos horas después de que Mas dejara su pluma inoxcrom sobre la mesa tras firmar el decreto, el Gobierno ha solicitado al Consejo de Estado el informe preceptivo para presentar los recursos contra la ley de consultas catalana y contra el decreto de convocatoria. El reloj corre ahora para Mas.

Consumadas hoy ambas jugadas y a la espera de que el lunes el Consejo de Ministros materialice su maniobra de bloqueo, Mas deberá elegir entre si pide tablas y empieza una nueva partida (elecciones anticipadas) si ajusta su juego para alargarla (y agotar su mandato) o si sigue avanzando sus piezas con vistas al 9N.

¿Qué hará hasta entonces Mas? Cuando la consulta quede suspendida, su primera jugada será reunir a CiU, ERC, ICV-EUiA y Ciutadans, con quienes pactó fecha y pregunta sin comunicarlo previamente al Gobierno central, como hace pocos meses se lamentaba en una visita a Cataluña el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

A partir de aquí todo son hipótesis: seguir con la consulta aún a riesgo de un choque institucional sin precedentes en la democracia española, convocar elecciones anticipadas con aroma plebiscitario -pero Mas lo ha negado en los últimos días- o intentar acuerdos para agotar su mandato y a la vez mantener el pulso hasta 2016.

En el transcurso del tramo final de esta partida de ajedrez, en la que Mas ha avanzado que mantendrá el pulso firme y maniobrará con "astucia", no sería extraño que el presidente catalán volviera a sacar de la estantería uno de sus libros favoritos, "El Principito", de Antoine De Saint-Exupery.

Esta obra inmortal, que en todos los perfiles publicados sobre Artur Mas aparece como uno de sus libros de cabecera, contiene máximas universales como "lo esencial es invisible a los ojos", pero también otras, quizás menos conocidas, como la que asegura que "caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos".

A los cazadores de pistas no se les acumulará el trabajo en las próximas horas para intentar adivinar cuál será el próximo movimiento del presidente catalán.

Hoy han llegado las primeras señales: "Cabeza fría, corazón caliente, puño firme y pies a tierra" (en catalán) es el lema que reza el timón que Mas tiene colgado en su despacho del Palau de la Generalitat. Y ésta ha sido su primera frase a los periodistas al salir a la Plaza de Sant Jaume. No suena a cambio de rumbo.

Elija el camino que elija, en ajedrez el próximo movimiento comienza en el instante en que la mano se posa sobre la pieza elegida y acaba cuando el jugador anota la jugada.

Artur Mas ha ejecutado hoy su movimiento más decisivo, lo ha anotado al firmar el decreto 129/2014 de convocatoria de la consulta y ha pulsado el reloj. Desde Moncloa, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ya ha respondido y el reloj vuelve a activarse en la Plaza de Sant Jaume.

La partida entra en una fase decisiva en la que los segundos siguen cayendo y la bandera tiene ya marcada la hora de caída: las 00,00 horas del próximo 9 de noviembre. Apenas quedan 42 días.