Tras varios años de hibernación, la marca PSOE afronta la canícula con pronósticos mucho más halagüeños. Al poner patas arriba el tablero de juego con un cambio de Gobierno en un visto y no visto, Pedro Sánchez ha propiciado que los socialistas empiecen a volver a las andadas como referente de la izquierda española, permitiendo el retorno de un buen número de votos que migraron en su día a Podemos o a Ciudadanos. El dato es contundente: más de tres millones de personas que en las elecciones generales del 2016 eligieron otra papeleta aseguran que, de votar ahora, escogerían la del PSOE.

Así se desprende de un estudio elaborado por el Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública (Gesop) para el Grupo Zeta que compara la intención de voto a los socialistas en sus dos últimas encuestas, efectuadas la primera el pasado abril y la segunda este mismo junio. Esto es, antes y después de la moción de censura que descabalgó a Mariano Rajoy, la formación del nuevo Consejo de Ministros y la dimisión exprés de Màxim Huerta como ministro de Cultura por haber defraudado a Hacienda. En dos meses, el PSOE crecía ocho puntos en voto estimado y saltaba de la tercera a la primera posición, pasando de 79 a 120 escaños.

El vuelco político, que además hundía a Ciudadanos, estancaba al PP y erosionaba a Podemos, se debió en buena medida a una significativa mejora en la fidelidad y la simpatía de voto al PSOE, lo que en consecuencia reduce los trasvases a otros partidos. En abril, Sánchez atraía a 1.700.000 votantes de otras opciones. En junio, esa cifra casi se duplica y alcanza los 3.100.000 electores. Con su aterrizaje en la Moncloa los socialistas han atrapado a 1.400.000 personas que en el 2016 votaron principalmente a Podemos y Cs.

MUCHOS INDECISOS AÚN / Por consiguiente, la intención directa de voto al PSOE se ha incrementado 5,4 puntos en estos dos meses, llegando al 22,3%. Pero si a esa intención se le suma la simpatía que manifiestan los entrevistados por la marca socialista, el crecimiento es de 8,2 puntos y el porcentaje escala al 28,1%. El 68,2% de quienes votaron a Sánchez hace dos años lo volverían a hacer hoy, una fidelidad que ha subido 7,2 puntos respecto a abril. Obviamente, las fugas de voto han bajado de manera muy importante, 15,2 puntos. Sin embargo, la mitad de estos votantes que ya no migran aún se declaran indecisos, un porcentaje que ha crecido ocho puntos en dos meses.

La disección del Gesop de estos datos permite detectar que Sánchez ha logrado hacer más transversal el perfil de su votante. De entrada, el hecho de formar un Gobierno de mayoría femenina ha provocado que la intención y simpatía de voto por el PSOE entre las mujeres se haya disparado 9,5 puntos desde abril. Entre los hombres, la subida ha sido de 6,9 puntos.

Por edades, los movimientos son quizá más sorprendentes. Aunque los socialistas mejoran en todas las franjas, las diferencias respecto a dos meses atrás son notables entre los mayores de 45 años, pero discretas entre los más jóvenes. Así, entre los mayores de 60 años las simpatías por el PSOE se han incrementado entre 10 y 15 puntos, mientras que entre los de 45 a 60 (la generación del boom) la intención y la simpatía asciende entre 5 y 10 puntos. Entre los 18 y los 44 años apenas hay cambios.

Es decir, el PSOE está logrando feminizar su voto, pero no consigue rejuvenecerlo. El tirón de Podemos entre los nuevos votantes resiste contra viento y marea, y otro dato que lo prueba es que las simpatías hacia Sánchez crecen menos en las zonas urbanas más pobladas que en los núcleos medianos y pequeños. Lo que sí es mucho más natural es que Sánchez granjee muchas más nuevas afinidades entre los votantes de izquierda que de derecha.

El estudio refleja que buena parte de estos movimientos se deben a la valoración que tiene Sánchez, que mejora de manera más transversal que la marca PSOE. La nota media que recibe el líder socialista ha mejorado ocho décimas en el conjunto del electorado y se queda al borde del aprobado: 4,9. Y crece en todos los segmentos de población, especialmente entre las mujeres, los mayores (a partir de 60 años) y los residentes en municipios pequeños (de hasta 10.000 habitantes), pero también entre hombres, jóvenes y residentes en ciudades grandes.