Neus Munté. La sindicalista de la UGT que se incorporó al Govern como titular de Benestar y que ha escalado hasta el área de Presidència. La que ha servido a Convergencia primero y al PDECat ahora para dar un perfil izquierdista a su gestión. La mujer que muchas en su partido creen que debería romper el techo de cristal en primerísima línea convergente. Este es el nombre --entre otros-- que figura y figurará ahora en las quinielas para suceder a Carles Puigdemont como candidata a la presidencia de la Generalitat cuando se celebren las próximas elecciones.

Cuando este jueves Puigdemont descartó con contundencia seguir como 'president' el próximo año, la cúpula del PDECat asumió casi de forma definitiva que esta firmeza exhibida desde el primer minuto por el jefe del Govern se mantendrá hasta el final. Pactó con Artur Mas hace un año acceder a la presidencia de la Generalitat con la condición de que lo haría solo por una legislatura corta de 18 meses, en la que se dedicaría a llevar a Cataluña a las puertas de la independencia.

"MUNTÉ ES MUY BUENA CANDIDATA"

"Munté es muy buena candidata, me gusta mucho su talante, su espíritu y la habilidad que tiene ante situaciones complejas", afirma un miembro destacado del PDECat. Su candidatura cuenta con el apoyo de las mujeres del partido, pero no le falta tampoco quien ve en ella todavía falta de madurez o de liderazgo para asumir el encargo. Y otros que todavía confían en Puigdemont, si finalmente no puede culminar su encargo político y se precipitan los comicios.

¿Y qué dice la misma Munté? "Pido que no se juegue con los nombres y, personalmente, pido que no se juegue con el mío", afirmaba con vehemencia en noviembre del 2015 cuando se especulaba con el paso atrás de Mas en las negociaciones con la CUP, que apuntó al nombre de la dirigente convergente.

Hoy, en cambio, su respuesta ha variado, y se deja querer. En declaraciones a Cataluña Ràdio ha asumido que su nombre suena, algo que asume con "mucha normalidad" y que está "justificado" por su cercanía a Puigdemont y su cargo de vicepresidenta del PDECat. En todo caso, no se ha autodescartado sino que ha reclamado que no se centre el debate en bailes de nombres ni quinielas porque las elecciones no son inminentes. Esta será la respuesta oficial en la dirección: todavía no toca este debate, pese a que se asume su importancia no menor.

Y es que parece evidente hoy en el partido que tras la catarsis ejercida en el congreso inicial del PDECat respecto a determinados dirigentes, nombres hasta hace poco muy potentes internamente (Josep Rull, Jordi Turull, Lluís Corominas) han pasado a un segundo plano también para eventuales candidaturas.

EL TRIPLE RETO POSCONVERGENTE

El PDECat es consciente del triple reto que debe afrontar, tanto en el conjunto de Cataluña como en concreto en la capital,Barcelona. Se trata de consolidar una marca nueva (tras haber logrado definitivamente un nombre y logotipo); definir un proyecto político propio, transversal, independentista pero no asimilable al de ERC, y en tercer lugar, pero no menor, fijar candidato o candidata al Ayuntamiento de Barcelona y a la Generalitat.

Además, hay que tener en cuenta que el nuevo partido ha fijado la celebración de primarias para escoger a sus principales candidatos. La legitimación interna es clave cara a demostrar que el partido no se rige por mecanismos de decisión estrictamente verticales como en CDC, cuando Jordi Pujol escogía a dedo --junto a un pequeño núcleo dirigente-- a los principales dirigentes, incluido su delfín, Mas. Este hizo lo mismo durante su mandato. Ahora el PDECat quiere situarse al lado de las nuevas formaciones con mecanismos horizontales de toma de decisión.

DOS MOTIVOS

No en vano, uno de los motivos por los que Puigdemont no quiere repetir es porque ha llegado al Palau de la Generalitat sin ser el candidato oficial. El otro motivo es más personal y tiene que ver con la férrea voluntad de cuidar su entorno familiar y poder volver a Girona y recuperar, como ha explicado públicamente, su vocación respecto al periodismo y la comunicación.