Carles Puigdemont está dispuesto a volver a Cataluña solo como presidente y quiere llevar la situación política al choque con el Estado. Pero esos planes no son compartidos por todos en su partido. En la ejecutiva del PDECat de este lunes varias voces se alzaron contra esa estrategia, entre ellas la del expresidente Artur Mas. Según fuentes conocedoras del desarrollo de la reunión, Mas pidió la palabra para exponer que las elecciones del 21-D no dieron a los independentistas una mayoría suficiente para «imponer nada». JxCat, ERC y la CUP obtuvieron 70 diputados, pero no llegaron al 50% de votos (47,5%).

Y como consecuencia, segundo planteamiento de Mas, hace falta un Govern «estable» que permita una «legislatura larga». El presidente del PDECat insistió en la necesidad de «ensanchar la base» del independentismo para alcanzar objetivos más ambiciosos. Varios dirigentes del PDECat hablaron en el mismo sentido, según esas fuentes. Entre ellos, el diputado en el Congreso Carles Campuzano y el alcalde de Mollerussa y diputado electo al Parlament, Marc Solsona.

La intervención supone un cambio con respecto a lo que defiende Puigdemont. Desde Bruselas, y con su inesperado buen resultado electoral como principal aval, ya ha decidido que no va a rectificar el rumbo de colisión. Mientras, sus socios, ERC, mantienen la táctica iniciada en la noche del 21-D que pasa por reconocer la victoria de Puigdemont y hacer lo posible por no entorpecer los movimientos del expresidente. Aunque no sepan a dónde conducen. «Estamos desconcertados», ponderó una fuente republicana a este diario.

SITUACIÓN AL EXTREMO

Puigdemont quiere a llevar la situación al extremo, lo que podría traducirse en dos estrategias diferentes. La más radical sería la del bloqueo del Parlamento catalán. Fuentes posconvergentes aseguran que el expresidente podría instar a los diputados independentistas a que no se presenten el día 17 a la sesión constitutiva de la Cámara. La situación conllevaría un bloqueo de difícil interpretación legal, porque algunas fuentes jurídicas sostienen que, si los independentistas deciden boicotear la primera sesión de la Cámara, corren el riesgo de que el resto de partidos copen todos los puestos de la Mesa del Parlamento catalán.

La segunda estrategia que baraja Puigdemont, según TV-3, es intentar una investidura «telemática» y después volver a Cataluña. El objetivo de esta maniobra sería obligar a las instituciones del Estado a detener no ya a un candidato a la presidencia, sino a un presidente.

Para llevar a cabo este plan, sería necesario que la Mesa del Parlamento haga una interpretación del reglamento favorable a sus intereses que le permita superar la sesión de investidura a distancia. La jugada solo puede salir bien si los independentistas controlan la Mesa.

DESCONCIERTO REPUBLICANO

Entre bambalinas, los republicanos están en alerta por los movimientos de Puigdemont. Consideran que tras la insistencia del expresidente de que sea un republicano el que se haga con la presidencia del Parlament se esconde la voluntad de que sea ERC la que allane el terreno a su retorno y, además, asuma los riesgos judiciales de promover desde la Mesa una investidura telemática. «¿Qué pasará si el dictamen a los letrados del Parlamento, que seguro que el bloque del 155 requerirá, rechaza ese tipo de ungimiento de Puigdemont?», se preguntan los republicanos. «¿Deberá el presidente del Parlament desoír ese dictamen, con el riesgo judicial que eso conlleva?», remachan. «Lo que está claro es que hay determinadas personas que podrían optar a ser presidentes del Parlamento que, viendo cómo las gasta el Estado, «no van a dar el paso adelante si se va al choque frontal». Por de pronto, lo primero que va a pasar, en el caso que, finalmente, se optara por seguir adelante con la idea de formar el Parlament el día 17, es que los exconsejeros en Bélgica van a tener que renunciar a su acta para asegurar la mayoría independentista. Algo que «será duro», dicen los republicanos.