Qué diferente es la perspectiva con la que Miquel Iceta afrontó las elecciones del 2015 y cómo las encara ahora. El 27-S parecía que iba a ser el desplome de un PSC que hacía aguas por todos lados y al que los 'podemistas' de Pablo Iglesias creían que adelantarían por la izquierda. Pero, con sus bailes a ritmo de Queen, el líder socialista logró remontar una encuestas más negras que el vestuario de un gótico y terminó con unos dignísimos 16 diputados.

"Hace dos años sufría mucho y por eso bailaba tanto", ha recordado el primer secretario en el último acto de precampaña y 'de facto', primero de campaña del PSC. Este lunes en el Teatre Joventut de L'Hospitalet ha vuelto a bailar. Pero si entonces lo hacía con "el corazón encogido" y pensando en "salvar los muebles", ahora lo hace con la alegría y esperanza que le dan las encuestas y lo que él palpa en la calle: que la resurrección del PSC, al que muchos han dado por muerto muchas veces, se confirme en las urnas.

En dos años el decorado del PSC ha cambiado completamente. Iceta ha estabilizado a su partido, cerrando la herida del derecho a decidir. Y con los dos pies en el 'no' al referéndum, aspira ahora a repatriar a parte de los votantes que se fueron a Ciutadans y pasar a ser la primera fuerza del bloque constitucionalista. No solo busca hacer que vuelvan al redil los progresistas que se marcharon a 'Can Rivera', sino que intenta erigirse en el centro del catalanismo moderado.

Eso le ha llevado a forjar su alianza con los herederos de la difunta Unió. Con este particular 'Junts pel Seny', el PSC quiere apadrinar los votos huérfanos de 100.000 catalanes que el 27-S del 2015 votaron a Ramon Espadaler, que se quedó sin escaños. También captar a 'comuns' y 'podemistas' desengañados, como el exfiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo. El exeurodiputado de Podemos, que aporta su maza a la comunidad de Iceta, está dispuesto a ser un ariete contra las fuerzas independentistas. "Han violado la democracia española y catalana como no había precedentes en la historia de España. Creo que habría que remontarse incluso al periodo del golpe militar de 1936", ha soltado en dureza.

Iceta busca mostrar un tono más moderado y conciliador para demostrar, como dice Espadaler, que "en los debates tensos Iceta no tira gasolina". "Aunque en campaña puede haber alguna crítica, mi nariz, con cierta experiencia, me dice que la gente quiere propuestas en positivo. Tras tantos tiempos de lío, la gente quiere esperanza", ha sentenciado llamando a la "reconciliación". En territorio de Nuria Marín (su mano derecha), la alcaldesa de L'Hospitalet le ha regalado una brujita de la suerte. Ell día 22, el de la lotería, se verá si le ha traído suerte.