La secretaria general del PSOE andaluz y presidenta de la Junta, Susana Díaz, aseguró ayer que esta federación pondrá de su parte para ayudar a «coser, a unir, a restablecer la fraternidad» por «muy complicado» que sea este momento. Díaz, largamente ovacionada al inicio de su intervención en el Comité Director del PSOE-A, quiso «mandar un mensaje de tranquilidad» al asegurar que los socialistas andaluces «van a estar a la altura», aunque no ahorró críticas. Tras advertir de que los militantes no «perdonarán» que se hayan puesto «los intereses personales por encima de los del partido», Díaz lamentó que haya quienes «se han cegado con los fogonazos de los partidos nuevos y han perdido la perspectiva».

«Cada vez que íbamos a las urnas hemos sacado peor resultado que el anterior», subrayó Díaz. Así, recalcó que primero hay que resolver la gobernabilidad y los problemas de los ciudadanos y luego, la situación del PSOE: «Ahora toca este país, España, y después, el PSOE». En esa línea, señaló que el PSOE necesita un debate «en profundidad» y no «deprisa y corriendo» porque alguien esté pensando en sus «intereses personales» en lugar de en el país o el partido.

GUERRA PUERTA A PUERTA / Si el PSOE es una guerra, y lo es, el parte de ayer indica que los bandos en conflicto no cedieron un milímetro en sus posiciones, defendidas puerta a puerta. De forma literal: en pleno choque de legitimidades tras la dimisión el miércoles de la mitad de los 35 miembros de la ejecutiva, hubo un par de horas a media mañana en las que las dos fuentes de autoridad en el partido, incompatibles entre sí, ocuparon la sede socialista, a escasa distancia la una de la otra y sin ningún contacto.

Por un lado, la dirección del PSOE, o lo que queda de ella, no reconocida por la mitad de la organización y con Pedro Sánchez a la cabeza. Por otro, la presidenta del comité federal, Verónica Pérez, que según la interpretación que los críticos hacen de los estatutos debe gestionar el partido de forma provisional hasta la constitución de una gestora. «En este momento la única autoridad que existe en el PSOE soy yo», dijo Pérez, líder de los socialistas sevillanos y dirigente de confianza de Susana Díaz.

Nada de esto hizo mella en Sánchez. «Seguimos adelante», señaló un miembro de su ejecutiva poco antes de comenzar la reunión. Según varios de los presentes en el encuentro, hubo cierre de filas en torno a quien siguen considerando como el secretario general, que mantuvo su pulso con los críticos, un sector al que pertenecen la inmensa mayoría de los presidentes autonómicos socialistas.

Sánchez perseveró en la decisión que hizo estallar la guerra abierta el lunes: la convocatoria de un congreso relámpago con votación de los militantes el próximo 23 de octubre, enterrando por el camino el compromiso de aparcar la disputa orgánica hasta que España tuviera Gobierno con plenas facultades. Incluso fue un paso más allá. El cónclave propiamente dicho, donde se nombraría a la nueva ejecutiva tras la elección en primarias del secretario general, estaba previsto para principios de diciembre, pero ayer se adelantó al 12 y 13 de noviembre «para acortar la situación de interinidad del partido», explicaron los colaboradores de Sánchez.

Fue toda una declaración de intenciones, pese a que varios de los miembros de la ejecutiva abogaron por encontrar una solución de «consenso». Entre ellos, Meritxell Batet, Antonio Hernando y Patxi López, que, según fuentes de ambos bandos, está haciendo de «mediador» en un choque sin precedentes en el partido. Si el exlendakari retira su apoyo a Sánchez, aseguran los críticos, «la batalla estará ganada».

Los enfrentados al secretario general creen que lo único que busca es «morir matando». Sus afines consideran que le asiste la razón. Los primeros quieren que resuelva el conflicto el comité de garantías del PSOE; los segundos se niegan a que se convoque ese organismo. Allí los críticos ostentan una mayoría de tres a dos. Con todo, será mañana sábado donde se vislumbrará cuál es el equilibrio de fuerzas cuando se reúnan los casi 300 miembros del comité federal.

Díaz, por último, defendió celebrar el congreso cuando haya un gobierno, pero siguió sin aclarar si es partidaria de abstenerse con el PP o ir a terceras elecciones. Lo único que ha defendido hasta ahora la andaluza en este terreno es que «con 85 diputados no se puede gobernar».