Han transcurrido casi dos décadas desde que la infanta Cristina(Madrid, 1965) contrajo matrimonio en Barcelona con un famoso jugador de balonmano, Iñaki Urdangarin. Una pareja perfecta, describían las crónicas rosas del momento. Pero a finales de 2011, cuando su esposo fue excluido de las actividades de la Familia Real ante su inminente imputación, su vida cambió. Mucho, hasta el punto que no estuvo ni en la abdicación de su padre ni en la proclamación de Felipe VI.

Pese a las presiones dejó ya claro desde un principio que no pensaba abandonar a su marido. La infanta enamorada, como ya se la conoce, cuyo amor la ha dejado sin el ducado que le otorgó su padre y la ha apartado de toda actividad institucional desde hace más de cinco años. El matrimonio, con sus cuatro hijos, reside en Ginebra (Suiza) aunque algunas fuentes sitúan el futuro de la infanta en Lisboa. Allí, ella y sus vástagos podría vivir con la discreción que persiguen. Y si Urdangarin ingresa en la cárcel, las distancias serían más cortas.