Su estrategia de «ni DUI ni 155» parece no haber calado entre la población como ellos pensaban, al menos en los últimos meses, cuando el pulso independentista alcanzó su cénit y gran parte de la sociedad se polarizó hacia uno u otro flanco. Ahora, con la vista puesta en el 21-D y el postprocés, Catalunya en Comú Podem dice sentirse capaz de voltear las encuestas (la última del Gesop les daba solo entre 9 y 10 escaños en el Parlament) con una «remontada» que les hará ser «decisivos» tras los comicios, según vaticinó ayer su cabeza de cartel, Xavier Domènech.

Tras participar en un acto en Reus, el candidato de los comuns tiró de optimismo y pronosticó que el «espíritu del cambio» que les encumbró en las últimas elecciones generales, cuando fueron el partido más votado en Cataluña, renacerá en las próximas semanas para conducirles «contra todo pronóstico» hasta la victoria, y que esa «remontada» servirá al mismo tiempo para abandonar el «callejón sin salida» de la política catalana.

Para salir del impás actual, insistió Domènech, su partido «tenderá la mano» a quienes estén dispuestos a «poner en el centro el desbloqueo de la situación» y «dejar de lado las hojas de ruta o las prácticas de unilateralidad». Esta oferta la vienen formulando los comuns desde hace días, con más de un guiño tanto a ERC como al PSC y el punto de mira fijado en un Govern progresista a partir del 2018 que permita centrar los esfuerzos de la Generalitat en un eje en que Catalunya en Comú y Podem siempre se han encontrado más cómodos: el de las políticas sociales.

Ahora bien, todas las fuerzas están ya en (pre)campaña y por eso ninguna pierde ocasión para lanzar dardos a los rivales. Espalder lo lanzó contra los socialistas por tener en su candidatura a Ramon Espadaler, «heredero de la Unió de Duran Lleida».