Lo bueno de convocar una Junta de Seguridad a mediodía es que, al acabar, uno puede autopremiarse con un buen almuerzo. Eso es lo que hizo la delegación del Ministerio del Interior tras el cónclave de Pedralbes. El local escogido fue ‘La Pomarada’, sito en el céntrico paseo de Gràcia.

El almuerzo transcurría sin sobresaltos hasta que, de la mesa vecina, empezó a llegar un rumor de descontento que se tornó en gritos crispados. Una señora, al advertir la presencia del delegado del Gobierno Enric Millo se levantó airada y reclamó ser reubicada en otra mesa. La petición fue atendida y un halo de incomodidad se adueño de la mesa del Gobierno.