En los últimos días, por distintos motivos, los barones del PSOE críticos con Pedro Sánchez han comenzado a despertar de su letargo. Con alguna excepción, como la del extremeño Guillermo Fernández Vara, los líderes territoriales más importantes del partido, casi todos presidentes autonómicos, nunca han dejado de tener una mala opinión del secretario general, pero a raíz de la clara victoria de este en las primarias del pasado mayo optaron por instalarse en el silencio orgánico, aunque no compartieran las decisiones del líder. Ahora, poco a poco, empiezan a levantar la cabeza y airear en público sus muchas diferencias: van desde el reglamento recién aprobado a la posición oficial sobre el sistema de inmersión lingüística en Cataluña, pasando por el veto a la candidatura de Elena Valenciano para presidir el grupo socialista en la Eurocámara.

En una formación tan dada a las guerras internas como el PSOE, la actual dirección admite que algo está cambiando, pero por el momento no se toma este nuevo escenario con excesiva inquietud. Varios miembros de la ejecutiva coinciden en señalar que los barones no están coordinados entre sí, a diferencia de cuando forzaron primero la dimisión de Sánchez y después la abstención en la investidura de Mariano Rajoy, y que su margen de maniobra, a poco más de un año de los comicios autonómicos, es escaso.

"El motivo principal es que tienen ganas de protagonismo, no es otra cosa. Quieren aparecer en los medios nacionales, no solo en los de sus comunidades, y la única manera es desmarcarse de Sánchez. ¿Qué van a hacer? ¿Reiniciar la tensión, el continuo cruce de declaraciones, cuando queda tan poco para sus propias elecciones? Si desgastan a Sánchez, se desgastan ellos mismos", señala un integrante de la dirección. "Ellos siguen en sus posiciones de siempre, no han cambiado, pero ahora están descoordinados. No le damos especial relevancia", explica otro miembro de la ejecutiva.

El reglamento

Pero el ruido empieza a sentirse. Cuando Valenciano, exvicesecretaria general del PSOE con Alfredo Pérez Rubalcaba, empezó a sonar como favorita a convertirse en la líder de todos los socialistas en la Eurocámara y Sánchez dejó claro que no pensaba respaldarla, varios barones expresaron su malestar. La mayoría de ellos considera que el veto es una venganza por el apoyo de Valenciano a Susana Díaz en las primarias. Cuando la dirección socialista aprobó el reglamento interno, que regula el funcionamiento del partido y quita poder a los mandos autonómicos en favor del secretario general y las bases, los líderes territoriales no plantaron batalla, pero escenificaron su distancia. Varios de ellos, incluida la propia Díaz, alegaron que tenían obligaciones institucionales y no acudieron el sábado de la semana pasada al comité federal que dio luz verde a las nuevas normas. Salvo Vara, los presidentes autonómicos que sí asistieron, como el aragonés Javier Lambán y el castellanomanchego Emiliano García-Page, evitaron participar en la votación.

Esa cita también sirvió para poner de manifiesto las distintas sensibilidades dentro del PSOE ante la crisis territorial y los límites del artículo 155 de la Constitución. El anuncio del Gobierno de que estudia cómo hacer que el castellano sea vehicular en las escuelas de Catalunya estaba muy reciente. Mientras Sánchez dejó claro durante el encuentro que una medida de este tipo no contaba con su apoyo, en la línea expresada por Miquel Iceta, Lambán dijo: "El castellano está siendo injusta e ilegalmente maltratado por la Generalitat de Cataluña. Está siendo postergado en la escuela catalana y esto resulta inaceptable. El Estado tiene que volver a Catalunya, de la que hace tiempo que se fue, si queremos que Cataluña a medio y largo plazo no sea un problema irresoluble".

Solo una reunión

No todos los barones críticos comparten la visión del presidente aragonés sobre la inmersión. De hecho, la mayoría tiene posiciones muy distintas en este asunto. Pero hay una queja sobre su relación con Sánchez que une a casi todos: les consulta poco, no cuenta con ellos. Varios se lamentan de que la comisión territorial del PSOE, órgano que reúne a los líderes autonómicos y al secretario general, solo se haya reunido una vez desde que este recuperó el poder.

"Los barones no se acostumbran al nuevo PSOE -contestan fuentes de la ejecutiva-. Su opinión sigue importando, pero ellos están acostumbrados a que sea imprescindible. Y eso se ha acabado".