Los vecinos del antiguo barrio de pescadores de La Barceloneta se mantienen firmes en su lucha para abolir los pisos turísticos, en una batalla ciudadana que no se limita a denunciar el incivismo del turismo de borrachera, sino que va más allá y cuestiona el modelo turístico masivo de Barcelona.

Asentado en unos terrenos ganados al mar en el siglo XV, el barrio de La Barceloneta, donde viven 16.000 personas, es invadido cada verano por hordas de turistas, atraídos por sus callejuelas, sus casas bajas, su deliciosa gastronomía y por su idílico enclave, junto a las playas que Barcelona adecentó gracias a los Juegos Olímpicos de 1992.

En declaraciones a Efe, el presidente de la Asociación de Vecinos de La Barceloneta, Oriol Casabella, ha exigido al ayuntamiento de la capital catalana que se ponga de inmediato manos a la obra para acabar con el incivismo de algunos turistas, que se pasean semidesnudos, orinan y vomitan en la calle o montan ruidosas fiestas en sus apartamentos, por lo que impiden descansar al vecindario.

Casabella ha advertido que los vecinos se volverán a manifestar hoy mismo, a partir de las 22.00 horas, porque están hartos de ser víctimas del turismo de borrachera o "low cost", que cree que se ve favorecido por la proliferación de apartamentos turísticos ilegales.

Según datos del Ayuntamiento de Barcelona, en el distrito de Ciutat Vella existen un total de 604 apartamentos turísticos regulados, de los que 72 se encuentran en La Barceloneta, donde también existen 5 edificios con licencia para acoger turistas.

Sin embargo, los vecinos están convencidos de que en el barrio existen cientos de pisos turísticos sin licencia, por lo que Casabella ha pedido al ayuntamiento que sea inflexible y que aplique el régimen sancionador previsto por la ley, que prevé multas de entre 9.000 y 90.000 euros a quien alquile apartamentos a turistas sin licencia municipal.

También verbaliza el malestar de La Barceloneta el antropólogo Andrés Andeberri, vecino del barrio y miembro del grupo de investigación sobre Turismo de la Universidad de Barcelona (UB), donde forma parte del Observatorio de Antropólogos sobre Conflicto Urbano.

Andeberri, que está elaborando un estudio sobre la problemática turística en La Barceloneta, ha advertido, en declaraciones a Efe, que existe un riesgo real de estallido social, al confluir el hartazgo por los efectos de un modelo de turismo de masas "depredador" y la frustración que genera la crisis económica.

Lejos de criminalizar a los turistas, el antropólogo Andeberri pone el foco en el modelo de "turismo depredador" que cree que se ha ido asentando en Barcelona, tras años de "barra libre" o "tarifa plana" que ha permitido la proliferación de todo tipo de establecimientos turísticos, desde hoteles de lujo hasta cruceros, pensiones y apartamentos turísticos.

Según Andeberri, el turismo de borrachera es uno de los problemas que genera el turismo, y que lo sufren directamente los vecinos, si bien el problema principal es que la ciudad se ha "vendido" al mercado turístico. "Sólo se ha mirado la economía, el bolsillo, pero no la repercusión social del turismo depredador", ha denunciado.

Por este motivo, ha apuntado que la única solución es replantearse a fondo el modelo turístico de masas Barcelona y romper la "alianza" de intereses entre las grandes compañías hoteleras privadas y el Ayuntamiento de Barcelona.

En el caso de La Barceloneta, Andeberri opina que el problema no lo configuran sólo los turistas incívicos, sino también la apuesta por un modelo elitista, con la proliferación de establecimientos de lujo, con la presión especulativa que cree que ha supuesto para los vecinos, como el Hotel Arts, el Vela y la prevista remodelación del Port Vell, para que puedan atracar yates de grande y mediana eslora.

En el polo opuesto, David Aguilar, que regenta una oficina de alquiler de apartamentos turísticos en Barcelona, cuatro de ellos en La Barceloneta, ha admitido en declaraciones a Efe que su actividad no está bien vista actualmente por los vecinos de toda la vida del barrio, pero ha defendido la legalidad de su negocio y ha asegurado que filtran a sus clientes, para que no haya menores de 25 años.

Aguilar dirige su negocio desde una pequeña oficina situada en el corazón de La Barceloneta, donde un centenar de vecinos se concentraron el pasado martes día 19 por la noche para protestar contra los apartamentos turísticos.

Según Aguilar, los casi 10.000 apartamentos turísticos regulados en Barcelona generan una media de seis o siete denuncias mensuales, por lo que cree que se magnifica la problemática, que en todo caso tendría que abordarse de forma más global, sobre el modelo de turismo de la ciudad.

Preguntados por Efe sobre el modelo turístico de la capital catalana, desde el Gremio de Hoteles de Barcelona han evitado posicionarse y se han remitido a las últimas declaraciones de su presidente, Jordi Clos, quien en julio pasado aseguró que no veía peligro de que hubiera una "burbuja hotelera" en Barcelona, que este año abrirá 11 nuevos establecimientos, ocho de ellos de cuatro estrellas o cuatro estrellas superior.