Orgulloso del (frustrado) pacto con el PSOE por su efecto desatascador, Albert Rivera no oculta que, tras el 26-J, el entendimiento de Ciudadanos con Mariano Rajoy es tan improbable como lo fue tras el 20-D.

-El 26-J se juzgará la gestión que han hecho los partidos y sus líderes de los resultados del 20-D. ¿Quién es, a su juicio, el principal responsable de la repetición electoral?

-Hay dos responsables: Rajoy, que dijo 'no' al Rey y renunció a intentar formar gobierno, y Pablo Iglesias, que dijo 'no' al pactoPSOE-Ciudadanos y bloqueó la legislatura.

-¿Qué sentido tenía un acuerdo que solo sumaba 130 votos?

--No nos lo agradecerán ni a nosotros ni al PSOE, pero ese pacto permitía desencallar una situación constitucionalmente muy complicada, para España y para el Rey, a resultas del no de Rajoy. Los 130 votos no eran suficientes, salvo que el PP o Podemos se abstuvieran...

-Era difícil que el PP se abstuviera: el pacto revocaba el legado de Rajoy.

--Pedí por carta a Rajoy una reunión para explicarle el acuerdo y hablar de lo que le gustaba del pacto y lo que no. Ni me recibió. Luego propusimos una mesa a tres con PSOE, Ciudadanos y PP, y tampoco. Hay que recordar que el PP perdió cuatro millones de votos el 20-D. Medidas como la despolitización de la justicia, la lucha contra el fraude fiscal o la renuncia a subir la presión fiscal a la clase media trabajadora igual no les gustaban a los dirigentes del PP, pero sí a muchos de sus votantes del 2011. El problema es que no hubo ni la posibilidad de negociarlas, porque el PP se cerró en banda.

-El veto recíproco entre Ciudadanos y Podemos también ha contribuido a la repetición de las elecciones. Los vetos casan mal con el espíritu de la Transición que usted tanto invoca...

--La Transición sirvió para alumbrar una nueva etapa democrática, pero luego hay que gobernar. Con Podemos es posible avanzar en la regeneración democrática, pero no compartimos el modelo de país ni de Gobierno. Podemos plantea un aumento del gasto público de 65.000 millones, subir la presión fiscal a la clase media trabajadora y la ruptura de la soberanía nacional con el referéndum de independencia.

-¿Uno de los objetivos de Ciudadanos de cara al 26-J es impedir que gobierne Podemos?

-- No es el objetivo, pero sí será una de las consecuencias de nuestro crecimiento. El principal objetivo es que España cambie: el motor de cambio es más potente que el del miedo a según qué cosas. Defendemos un cambio, pero a mejor, mientras que Podemos quiere adscribir a los jueces a la mayoría social y controlar a los medios de comunicación.

-En la campaña usted jugó a la equidistancia entre los dos grandes partidos. ¿Qué le llevó luego a inclinar la balanza hacia el PSOE?

-Algo sorprendente: que Rajoy nunca planteó un pacto de Gobierno con Ciudadanos ni con el PSOE. Cuando él renuncia a la investidura, todas las miradas se fijan en el PSOE, con el que podíamos colaborar porque es un partido constitucionalista y tenemos un espacio común en políticas sociales, económicas y de regeneración. La diferencia es que Rajoy dijo 'no' al Rey ySánchez dijo 'sí'. Y, mojándome de cara al futuro, estoy convencido de que España solo saldrá de esta si PP y PSOE entienden que no se puede aplazar más la agenda de reformas y de regeneración.

-Ciudadanos se nutrió de votantes del PP arrepentidos que tal vez se hayan arrepentido ahora por su pacto con Sánchez. ¿Teme que le vean como una muleta del PSOE?

-Sería absurdo, tanto como ver a Ciudadanos como muleta del PP porque gobernamos con ellos en varias comunidades y provincias. Los votantes de PP entienden que, sin mayorías, debe haber acuerdos transversales. En esta encrucijada, la decisión está en manos de los españoles, que hemos firmado los mejores capítulos de nuestra historia cuando nos hemos puesto de acuerdo, pero también los peores, cuando la sociedad se ha dividido en bandos. Yo apuesto por el acuerdo y el cambio como ejes fundamentales de esta nueva etapa, en la que Ciudadanos puede ser francamente determinante.

-La paradoja es que si PP y PSOE se pusieran de acuerdo, Ciudadanos sería prescindible.

--Si el nuevo Gobierno quiere garantizar la sanidad y reformar la educación y la justicia, yo me quedo en la oposición tranquilísimamente. Pero la hoja de ruta de Rajoy es de todo menos reformista: quiere una gran coalición con el PSOE para mantener lo que no funciona y para tapar la corrupción. Esa es mi gran diferencia con Rajoy: que él cree que todo va bien, que no hay que cambiar nada y que debe ser el presidente.

-Deja usted muy claro que con Rajoy no es posible el acuerdo...

-La pregunta que hay que responder es si hay alguien más importante que su país. ¿Alguien puede decir que su silla es más importante que dar un Gobierno a España? Mi silla no será un problema; espero que la de los demás tampoco lo sea. Estamos en un final de etapa, y quien lleva 35 años años en política no puede liderar la nueva. Rajoy ha tenido mayoría absoluta para cambiarlo todo, pero no ha hecho nada. Estoy convencido de que los dirigentes del PP se sumarán a estos cambios que sus votantes demandan.

-Bruselas exige a España un ajuste de 8.200 millones tras el 26-J. ¿De dónde recortaría Ciudadanos?

-Estamos ajustando al euro la memoria económica de nuestro programa, porque si gobernamos debe poder aplicarse. El 20-D propusimos rebajar el IRPF y modificar el IVA, medidas que habrá que aplazar por el agujero de más de 13.000 millones que ha dejado el PP. La bajada de impuestos deberá ser más progresiva, y hacia el final de la legislatura. Para el ajuste de 8.200 millones que nos pide Bruselas, proponemos suprimir las diputaciones, donde el 60% del gasto se destina a cargos de confianza y estructuras políticas, y que los beneficiarios de la amnistía fiscal del PP tributen al 10%, frente al 3% que pagaron. Prefiero hacer reformas que recortes, porque en el estado del bienestar ya no hay margen. No hay que recortar en el futuro.

-Ciudadanos hace bandera de la regeneración, pero está sufriendo un goteo de dimisiones por escándalos de corrupción o sombras éticas como las de los papeles de Panamá...

-Como usted entenderá, quién tiene empresas en Panamá no es que no lo sepa yo; es que no lo sabe nadie. Más que corrupción política, se trata de una cuestión ética. Los cargos que las tenían dimitieron sin darnos tiempo a reaccionar. En general, los pactos anticorrupción que hemos firmado están funcionando.

-La financiación de Ciudadanos suscita dudas por la gestión centralizada de las subvenciones locales.

--Las finanzas las gestiona cada grupo municipal, pero tenemos que vigilarlas porque estamos obligados a consolidar nuestra contabilidad. No queremos que nos pase como al PSOE ni como al PP, que tiene imputados a 9 de cada 10 concejales de Valencia. Al final siempre te piden cuentas como partido nacional.

-Le reprochan, por ejemplo, que Ciudadanos endosara al grupo autonómico de Madrid gastos de hotel de una noche electoral.

--Solo hubo una diferencia de criterio contable, porque la Cámara de Cuentas estima que a partir de la medianoche ya no se considera periodo electoral. Nosotros hemos aceptado ese criterio y hemos pagado el gasto desde el partido. No hay más.

-A juzgar por estas informaciones que se van publicando, enfrentarse al PP acarrea consecuencias...

-Si uno quiere pedir explicaciones las tiene que dar, y por tanto asumo perfectamente que usted o cualquiera me pregunten todo esto. Lo llamativo es que pretendan enarbolar la bandera de la transparencia quienes se llevan el dinero entre sobres y puros, tienen a todos sus tesoreros imputados --uno, con 48 millones en Suiza-- y que, en definitiva, están de corrupción hasta las cejas.

-Desde la distancia, ¿en qué estado ve al proceso soberanista?

--Cuando me reuní con el 'president' Puigdemont le propuse que la Generalitat participara en la reforma de la Constitución y en el debate sobre la financiación autonómica, y me respondió que no lo liderarían, pero estarían ahí. El camino hacia la independencia ha perdido el principio de realidad, porque los catalanes tenemos los mismos problemas que el resto de los españoles. La independencia es un callejón sin salida que divide a la población en dos. Ahora bien, desde el Estado hay que seducir, hay que explicar, hay que comunicar. Creo que eso es lo que le ha faltado al Gobierno del PP, que ha pensado que los problemas se solucionaban dejando pasar el tiempo. No te puedes echar una siesta para solventar los problemas. Hay que trabajar: hablar con quien no piensa como tú, venir más a Cataluña, escuchar, proponer y participar. Hay que hacer que Cataluña se sienta parte de España. Los catalanes, sobre todo los que no somos independentistas, echamos en falta también una mayor presencia del Estado y del Gobierno en Cataluña. Yo soy relativamente optimista, siempre que logremos mayoría muy amplia que pueda hacer ciertas reformas de la Constitución.

-¿Una reforma constitucional que reconozca la realidad nacional de Cataluña, o ni siquiera eso?

-Me preocupa que ese sea el debate. Igual me equivoco, pero mis sensación es que al independentista le da igual eso de la realidad nacional: lo que quiere es la independencia. Y al que no lo es, y hablo también por mí, le molesta que el único debate sea el de la realidad nacional, porque da una sensación de cierta esterilidad. Es mejor respetar el sentimiento de catalanidad o españolidad de cada cual, olvidar los debates semánticos y construir un proyecto atractivo en el que Cataluña forme parte de España y evolucione con ella. Propongo aparcar los temas que nos dividen, poner encima de la mesa los que unen y, a partir de ahí, empezar a construir juntos.