Cuando Pablo Iglesias se echó a llorar en el que posiblemente fue el mitin más emotivo de Podemos, se abrazó a Ada Colau. Era el 13 de diciembre y en plena campaña de la remontada los dirigentes morados habían pactado ceder todo el protagonismo a la alcaldesa de Barcelona en el acto central de la Caja Mágica, en Madrid.Iglesias e Íñigo Errejón habían acordado bajar de intensidad sus discursos para dejar brillar a Colau, un nombre y un estilo de liderazgo que no se cansan de reivindicar en público.

Sin embargo, los afectos no parecen latir más allá del escenario o de aquellas fotos que les mostraban sonrientes encerrados en un ascensor del ayuntamiento de Barcelona. Es una falta de química que los dirigentes de Podemos jamás sostienen en público, pero que se les cuela por las rendijas en las conversaciones informales y que ahora desvela sin aspavientos la edil en el libro ‘Ada, la rebelión democrática’ (Ara Llibres), del periodista Joan Serra Carné.

Colau admite que la relación no es tan cálida como aparentan los desbordes de cariño ante las cámaras y confiesa que no le convence la altanería de Iglesias. “Hay un cierto estilo de Pablo y el núcleo impulsor de Podemos con el que no conectamos. Me hacen sentir más catalana que nunca. Es una diferencia de estilo, personal y política. Barcelona en Comú no es Podemos. No lo ha sido nunca [...] Quizá en la arrogancia, en la forma de expresarse”, reprocha.

APENAS HABLAN

En sus reflexiones, explica que la relación con los dirigentes de Podemos no es ni siquiera cercana. "Con Pablo no hablo casi nunca. Hay una relación de simpatía, y con Íñigo Errejón también. No hay ningún problema personal. Pero tampoco hay afinidad especial, tenemos diferentes formas de hacer. Es una relación cordial, pero complicada”, sostiene. Además, si bien reconoce que el partido morado hizo un correcto análisis de la ventana de oportunidad política que se abría con la crisis, le resta mérito. “Había un contexto de oportunidad, pero no lo habían generado ellos, lo había generado mucha gente, como la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) a la que no supieron ni entender ni respetar”, señala.

Las duras frases de Colau cayeron como un obús en un partido conlas costuras abiertas, tras estallar una crisis entre los partidarios de Iglesias y los de Errejón. A sofocar el incendio acudió el candidato a nuevo secretario de organización, Pablo Echenique, que reivindicó a la líder de Barcelona en Comú como una figura“indispensable” y circunscribió las diferencias a “estilos de comunicar”. A pesar de estas palabras, el malestar fue notable y Colau acabó matizando sus propias declaraciones. No las negó. Pero en Twitter calificó a Iglesias y Errejón como “compañeros valientes” y aplaudió también el surgimiento de Podemos.

DOLOROSA CASUALIDAD

Sin embargo, sus opiniones van a ser difíciles de borrar y en el partido de Iglesias se cuestionan por qué se hacen públicas justamente en el momento más delicado: en plena fractura, con Errejón desaparecido, en la antesala de la negociación con Pedro Sánchez, y un líder que se está recuperando del cólico nefrítico que sufrió el sábado.

Algunas voces apuntan a una casualidad dolorosamente envenenada y creen que Colau podría aprovechar la debilidad de Podemos para imponer su hegemonía en el debate de configuración del nuevo sujeto político de la izquierda en Cataluña, en el que se sumarían Barcelona en Comú, Podem, ICV y EUiA en una estructura permanente. Fuentes de la dirección del partido morado opinan que su marca debe tener identidad propia y dicen no estar dispuestos a dejarse diluir en un proyecto que si sale bien, opinan, acabará capitalizando Colau y si sale mal, se les imputaría a ellos.