Con Fernando López-Amor estamos hablando de alta política. Y de los modos que ésta se gasta. El de los cuneros, por ejemplo, que deben ser hombres imprescindibles en los partidos cuando éstos los imponen pese a saber que van a ser mal recibidos por quienes andan pendientes del escalafón. Este ilustre salmantino, que en mayo cumplirá 56 años, ocupa el segundo puesto en la lista del PP cordobés al Congreso. Pero, claro, es un nombre con caché que, aunque no ha sido ministro, puede darle brillo a la lista popular. Fue concejal de Urbanismo en Madrid con Rodríguez Sahagún (CDS, 1989-91) y de Hacienda con Alvarez del Manzano hasta 1995. Cuentan las crónicas que con ambos alcaldes hubo tempestades. Pero de natural ambición política, López Amor sabía que podía aspirar a cargos con más cuota de pantalla de resonancia nacional. Sobre todo si el apellido Rato estaba detrás de él. Efectivamente, se hizo cunero por Avila, alcanzó escaño en el Congreso y en 1997 engrosó esa lista siempre tan en entredicho de los directores generales de RTVE al lado de nombres tan conocidos como Calviño, Pilar Miró o Mónica Ridruejo. Este hombre, tan español como para ser amante del fútbol y los toros, y tan europeo como para practicar el golf, ha aterrizado en Córdoba en el momento en que la ciudad pugna por un título cultural de altos vuelos. Dicen que le va la marcha en lo de conseguir objetivos.