Las horas que separan el cierre de una campaña y la noche del recuento de votos no son sencillas de transitar para los que, teóricamente, buscan como trofeo la llave de la Moncloa o decidir qué otro (en España aún no se llegado al "qué otra") la incorpora a su llavero. Jugarse el 'ser o no ser' en las urnas constituye la sal y pimienta de una democracia, pero requiere de los candidatos cierto entrenamiento, temple y esfuerzo de los entornos para que la ansiedad no acapare las vísperas. La familia, los amigos, las inevitables llamadas a los equipos para analizar sondeos 'in extremis' suelen formar parte de las rutinas de cualquier candidato. Los deportes, el cine, los libros, las series, los paseos tranquilos o con aspiraciones de mantenerse en forma, también. Toca elegir el atuendo y la compañía con que se llegará al colegio electoral --el momento será recogido por las cámaras-- y la imagen que se quiere dar una vez se conozca el resultado. Unos lo hacen con más desgana que otros. O con más asesores.

Otra manera de matar el tiempo de los 'presidenciables' es repasar y retocar sus agendas para lo que está por venir. A la hora de rellenar los espacios en blanco tan importante será está vez su iniciativa como la ajena. La del potencial socio. En esto hay quien ha avanzado intenciones: Mariano Rajoy cuenta con ganar otra vez, como sucedió el pasado diciembre, y rozar el 30% de los votos. Eso no le da la mayoría suficiente para gobernar solo, pero sí la legitimidad, opinan sus colaboradores, para tener prioridad y hacer un llamamiento público al PSOE en la noche del domingo. Una gran coalición o una significativa abstención en una hipotética sesión de investidura. Esos son los objetivos que persigue.

El resultado de cada cual en el 26J determinará la credibilidad que dentro y fuera de sus partidos tienen los pactos y vetos hechos en campaña.

No obstante Rajoy sabe que los otros tres candidatos mejor situados no están para mucho protocolo. Que también tienen sus prisas e intereses a la hora de forjar alianzas.Se intuye una guerra de teléfonos en la madrugada del 27-J, cuya intensidad dependerá de si hubiera o no alguna dimisión ahora inesperada. Quizás por eso el también presidente en funciones no dudó en aprovechar el 'brexit', el impactante triunfo del ‘sí’ británico a la salida de la UE, para anunciar este viernes que unas horas después de las generales se pondrá en contacto con Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera para establecer una posición común a defender en el Consejo Europeo. Una cita histórica de los mandatarios europeos que tendrá bloqueada la agenda del líder popular, por cierto, el próximo martes y miércoles, sin descartar que se extienda al jueves.

BORRADOR DE ALIANZAS Y VETOS

En teoría la llamada o convocatoria de Rajoy a los otros será para hablar del futuro de la Unión. Pero no es descartable que una cosa (el referéndum del Reino Unido) lleve a la otra (los pactos gubernamentales) y haya un primer tanteo. Sánchez y Rivera trataron ya de adelantarse y antes de que finalizase oficialmente la campaña telefonearon al jefe del Ejecutivo en funciones, para charlar sobre la coyuntura europea. Esos contactos preliminares no parecen haber alterado los planes de los 'monclovitas' para este lunes.

A priori, tanto el candidato socialista como el naranja tienen decidida la contestación que darán a al PP, aunque obviamente el resultado que coseche cada cual influirá en la credibilidad de sus respuestas. Albert Rivera se sentará con quien se lo demande. Hasta sopesa entrar en el próximo gobierno si le dan oportunidad. Pero avisa que no con Rajoy como presidente. Pedro Sánchez pretende repetir su ya célebre "no es no" y "qué parte del 'no' no se ha entendido" cuando los conservadores le pidan ayuda por activa o por pasiva. Claro que su posición tendrá más o menos adeptos en las propias filas socialistas --donde se barrunta debate intenso y extenso-- dependiendo de si ha sido capaz o no de salvar los muebles en la casa de la izquierda, evitando el temido 'sorpasso' de Unidos Podemos. Al menos, en escaños.

ESCENARIOS, SUSTITUTOS Y TERCEROS COMICIOS

Sánchez espera que su campaña haya movilizado indecisos. Y le premie con una "remontada" sobre los augurios de las encuestas, que apuntan a que Iglesias podría ser esta vez el segundo más votado. Si el jefe del PSOE se sale con la suya, tiene en la cabeza y en la agenda la determinación de ser él quien cite inmediatamente a Iglesias. Pero sin marginar a Rivera en un hipotético "gobierno de cambio".

Rajoy, como presidente en funciones, ya se ha garantizado un primer contacto el lunes con sus adversarios para hablar a priori del 'Brexit'.

Pero el aspirante morado da por hecho el 'sorpasso' al PSOE e incluso acariciar de cerca a un PP venido a menos. Y sostienen los suyos que también tendrá a mano el número de Sánchez para, difundido el recuento de votos, solicitarle un primer encuentro en pro de un pacto de las izquierdas. Capitaneado por Podemos, eso sí. Los socialistas prefieren no pensar en un escenario en el que su destino sea elegir entre Rajoy (o un sustituto del PP si el precio que se pide es su cabeza política), Iglesias (u otro aspirante de Unidos Podemos si se optase por reclamar que él dé un paso atrás) o unas terceras elecciones.