Luis del Río nació en Córdoba en 1923. Fue el segundo de los cinco hijos del matrimonio formado por Luis del Río Mesa y Ángela Muñoz. Muy pronto comenzó a mostrar vocación y actitudes para la danza. Comenzó a andar con nueve meses, motivo por el cual premonizaron de broma que bailaría, cumpliéndose así aquel presentimiento .

Con el apoyo de familiares y amigos, y siendo ya reconocido en Córdoba por estar al frente de la dirección de la Obra Sindical de Educación y Descanso, Luis del Río se lanzó a la aventura de Madrid a mediados de los años 40 para desarrollarse en el ámbito profesional de la Danza, tras escalar los conocimientos que le proporcionaron los escasos maestros de aquella época en Córdoba y Sevilla.

Madrid le abrió un abanico de oportunidades que él, con su pasión por la Danza, supo aprovechar dejándose guiar y enseñar por los maestros más prestigiosos de la época en las diferentes disciplinas. Tanto fue su esfuerzo y dedicación que, en poco tiempo, se erigió como primer bailarín de la Compañía de Pepe Marchena, Juanita Reina, Ana Esmeralda, Manolo Caracol y Luisa Ortega, antes de entrar en la Compañía de Pacita Tomás, que junto a su marido Joaquín Villa perpetuarían una larga y entrañable amistad. «Como bailarín, como empresario y como director ha dejado un legado valiosísimo. Como amigo era un ser especial. Nunca le olvidaré» afirma Pacita Tomás.

El Bailarín de Palacio -así le bautizó la prensa debido a su elegante figura- fue embajador de la Danza Española durante casi 20 años antes de regresar a su Córdoba natal para ocupar una plaza como profesor de danza del Conservatorio Superior de Música en 1966. Antes había obtenido la titulación de Danza con sobresaliente en el Conservatorio de Murcia, convirtiéndose así en el primer titulado andaluz.

Ya en el Conservatorio, su seductora personalidad que atraía a gran número de alumnado, unido al hecho de ser éste el único centro que titulaba en estudios oficiales de danza en la comunidad, aceleró la separación administrativa de Arte Dramático y Danza de los centros matrices de Música, llegando así el boom de la danza oficial a Córdoba.

Su facilidad para la coreografía, que la actual directora del C.P.D, Carmen del Río, define como «atinada en el sentir musical, fina y fluida», le llevó a obtener importantes galardones.

El profesor Luis del Río era un estusiasta de la danza y la docencia. Pasear la danza disfrutando de ella es el ejemplo del maravilloso que ofreció a lo largo de su docencia a la ciudad de Córdoba y a su alumnado. Valentia, perserverancia, disciplina, perfección, creatividad y empatía son algunos de los calificativos que le definen, valores que han calado en el Conservatorio y que se convierten en su sello de identidad.

Auxiliadora Aguilar, catedrática de Danza Clásica en el Conservatorio, recuerda la figura de Luis del Río como «la indiscutible evolución y desarrollo de la danza en Córdoba. La danza fue su vida, no solo le bastaba que una niña tuviera gracia, sino la posibilidad de trasmitirle una técnica y cultura artística sólida para competir». Por su parte, Soledad Pijuán, secretaria del C.P.D Luis del Río, destaca que su maestro comenzó a formar parte de su vida desde niña. «Era una persona especial, entregada a su profesión y a su alumnado sobre todas las cosas, pero mis mejores recuerdos son los valores que mi inculcó», añade. Por último, Maria Fernanda Álvarez, jefa de departamento de Danza Española destaca que «él era seriedad y rigor al trabajar. Siempre con sus gafas de pasta y su eterno traje, que no escondía esa figura de bailarín. Y por encima de todo, su discrección, esa manera de estar pendiente de todo y de todos».