La lectura de libros, periódicos, cómic y documentos escritos sobre papel ha perdido significación e importancia respecto a la lectura en las pantallas de los aparatos tecnológicos y los soportes digitales de acceso a Internet. El desarrollo de las máquinas de videojuegos para todas las edades y la variedad de instrumentos de acceso al ciberespacio a través de los lenguajes digitales ha provocado el descenso del texto escrito en papel y ha cambiado los hábitos de lectura, la forma de leer y el procesamiento de la información de los niños y los adolescentes actuales, alfabetizados digitalmente desde su nacimiento.

Los aprendizajes de la lectura y de la expresión escrita personal han constituido el fundamento de la enseñanza básica, dado que el texto impreso ha sido el medio de aprendizaje, de conocimiento y de ocio desde que se inventó la imprenta hasta que se desarrollaron la televisión, Internet y la digitalización de las tecnologías de la información y la comunicación.

La enseñanza y el aprendizaje de la lectura y de la expresión escrita personal comienzan en la etapa infantil con el aprendizaje de los prerrequisitos básicos (grafomotricidad, cuentos y literatura de tradición oral), se desarrollan en los dos primeros ciclos de la educación primaria y culminan durante toda la educación básica.

Estos aprendizajes precisan del desarrollo de las capacidades personales y de la adquisición de contenidos, destrezas y habilidades, entre las que destacan: atención, concentración, tiempo, esfuerzo, sosiego, perseverancia, motivación, abstracción y lectura y escritura en línea.

Leer un libro, un artículo o un documento escrito con estructura propia requiere del conocimiento del vocabulario, de la estructura del texto, de la lectura sosegada de cada párrafo, de la reflexión sobre lo que se va leyendo, de la concentración en el contenido y de la ausencia de distractores, pues de otra forma no es posible comprenderlo, reflexionar sobre lo leído, sacar una conclusión personal o alcanzar la meta cognitiva que motivó su lectura.

En la actualidad, la irrupción de los múltiples y variados lenguajes digitales (oral, escrito, gráfico, plástico, icónico, musical, cinematográfico, corporal, matemático, conceptual) fusionados en las pantallas de los instrumentos tecnológicos (televisión, videojuegos, videoconsolas, ordenadores, teléfonos, agendas y tabletas electrónicas, electrodomésticos) ha provocado que los libros y los textos escritos en papel hayan perdido la preponderancia que tenían para aprender, conocer, expresarse y comunicarse en la sociedad ilustrada del siglo XX.

La aparición de las pantallas y de los lenguajes digitales ha producido cambios significativos en la organización de los currículos de la enseñanza básica, afectando significativamente a los contenidos y las destrezas de la lectoescritura, pues el conocimiento que los alumnos tienen de los lenguajes digitales, cuando se escolarizan, incide significativamente en el desarrollo de las capacidades, las actitudes y las destrezas para aprender a leer y a escribir.

"Leer", interpretar y adquirir conocimiento personal a través de los lenguajes de la pantalla digital son procesos cognitivos muy diferentes a la lectura y al conocimiento adquirido a través de libros y documentos escritos en papel. La organización de la pantalla digital y la interacción del "lector" se caracterizan por la complejidad y variedad de lenguajes, el cambio continuo de forma y estructura, la atención dispersa, la brevedad del texto escrito, la multitarea, la impulsividad del "lector" y la carencia de concentración continuada, es decir, la adopción de actitudes, aptitudes y destrezas muy diferentes a las que se precisan para leer, comprender y asimilar personalmente un texto escrito en papel.

Si desde que los bebés utilizan el índice y el pulgar ya tienen en sus manos los juguetes y videojuegos digitales, los padres, los docentes y los centros escolares deben ser conscientes de que cuando los niños y niñas se escolarizan poseen las destrezas digitales básicas, lo que incidirá en los aprendizajes posteriores de la lectoescritura, dadas las discrepancias de capacidades y destrezas entre el lenguaje escrito y los lenguajes digitales.

Por todo ello, habrá que replantear, intensificar y fomentar la enseñanza y el aprendizaje de la lectura y la expresión escrita en el medio familiar y escolar durante la educación infantil y primaria, para que los niños y niñas aprendan a leer y expresarse por escrito con la mayor madurez posible antes de que sean autónomos en el uso de los ordenadores, los teléfonos inteligentes y todas las máquinas de acceso al ciberespacio.