Como es sabido, las prácticas de laboratorio han desaparecido en la enseñanza Primaria y Secundaria de Andalucía. La Asociación Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica lo ha denunciado en multitud de ocasiones. Es cierto que algunos compañeros, muy pocos, desarrollan algunas actividades en el laboratorio, a costa de su saber, de su tiempo y de rebuscados huecos que la legislación permite. Pero la gran mayoría de los maestros y los profesores de Secundaria que imparten Conocimiento del Medio o Ciencias lo hacemos a base de pizarra, libro de texto y, últimamente, ordenador.

Las experiencias prácticas, pilares fundamentales del desarrollo y conocimiento científicos, han desaparecido de nuestras escuelas e institutos, ya que la Consejería de Educación no contempla desdobles de grupos ni horario específico dedicado a este tipo de enseñanza. Sin embargo sorprende que las prácticas de laboratorio resulten una herramienta de altísima calidad para que los alumnos consigan el nivel de competencias que exige el título de Secundaria Obligatoria. Por cierto, título que no obtiene el 30% de los alumnos que cursan la ESO y que coloca a España y Andalucía entre los países con mayor índice de fracaso escolar en estas etapas.

Aparte de la motivación añadida que supone trabajar en un laboratorio, si analizamos una por una las competencias que debe alcanzar un alumno al finalizar la ESO podemos comprobar lo anterior. Así la competencia lingüística podría desarrollarse perfectamente emitiendo hipótesis, elaborando informes escritos sobre las tareas realizadas o comentando y debatiendo los resultados obtenidos. Por tanto, el trabajo práctico garantiza el desarrollo y mejora de la expresión oral y escrita. En cuanto a la competencia matemática, rara es la experiencia que no necesita de la realización de cálculos básicos, manejo de alguna fórmula o estimación de resultados.

Por otra parte, el laboratorio es un lugar excepcional para conocer e interaccionar con el mundo físico ("escucha y olvidarás; observa y recordarás; realiza y comprenderás"). Medir, observar, anotar, diseñar montajes, tocar, manipular instrumentos, manejar sustancias, elaborar gráficas, etcétera, supone todo un universo de actividades científicas que el alumnado puede realizar.

Pero hay otras competencias que pueden desarrollarse en nuestros laboratorios. El tratamiento de la información y la competencia digital pueden trabajarse a partir de un desarrollo práctico de muchas formas: la búsqueda de información, con sus variaciones y alternativas nos conduce directamente a internet, unido a una webgrafía adecuada o a la utilización de simulaciones virtuales de la experiencia (con frecuencia, de gran utilidad para el alumnado).

Además, todo lo escrito puede presentarse con un procesador de textos, completándose con tablas o gráficas elaboradas por paquetes informáticos. Los famosos y frecuentes "Power-point" pueden servir como soporte expositivo de gran utilidad. También, pueden darse a conocer en la web dentro del blog de la asignatura o mediante las redes sociales, con las que los adolescentes están muy familiarizados.

El trabajo en pequeños grupos estimula un comportamiento social adecuado, pues los alumnos tienen que tener en cuenta las opiniones de los demás y ponerse de acuerdo entre ellos para desarrollar un trabajo en común. La competencia cultural y artística se trabaja plenamente, ya que las Ciencias forman parte de la Cultura y permiten poner en juego imaginación y creatividad como herramientas para la comprensión y la elaboración de ideas. Ya lo decía Albert Einstein: "La imaginación es tan importante como la sabiduría". Por último, una pequeña investigación, acompañada de su desarrollo práctico, es la actividad más completa que se puede hacer para que los alumnos practiquen el aprendizaje autónomo, es decir: aprender a aprender.

En síntesis, y con la experiencia de décadas de docencia, no logramos entender cómo la Consejería "borró prácticamente del mapa" las famosas prácticas. La consecución de las competencias básicas exigidas para titular en la ESO tendrían un fuerte empuje con su reincorporación al proceso de enseñanza-aprendizaje y estamos seguros de que el fracaso en Ciencias, y con ello el fracaso escolar, se reduciría de forma significativa.