Realizando prácticas de microscopía en el laboratorio del Instituto de Secundaria de Hornachuelos con mis alumnos de 4º de ESO, nos preguntábamos la facilidad con la que se podían observar las minúsculas células de una simple cebolla en cuestión de minutos. Uno de ellos, asombrado y, tal vez, ilusionado por el resultado obtenido me preguntó: ¿Por qué no hacemos otra práctica de laboratorio? Una pregunta tan fácil de responder debía de tener una respuesta a su altura.

Mira, le respondí, ¿conoces a Ramón y Cajal? ¿A Severo Ochoa? Evidentemente, la negación fue tajante y más aún, su ignorancia científica no le creaba ningún tipo de preocupación ni de interés por aquellos personajes. Ante tal situación tuve la oportunidad de explicarles dos sentimientos que me desgarran el alma desde hace varios años; el primero de ellos es la "desilusión" por el desconocimiento tan profundo que existe en nuestra actual sociedad de la ciencia y de nuestros más ilustres representantes de la materia y el otro de ellos es la "impotencia" de no poder adentrarme más en la experimentación y en la práctica científica en los centros de enseñanza debido a la escasez horaria que las materias experimentales, he dicho bien, experimentales, Biología, Geología, Física y Química poseen en nuestro sistema educativo.

Han pasado cincuenta años desde que Severo Ochoa realizará su más brillante descubrimiento de la enzima responsable de la síntesis del ARN, y cien años harán el próximo 2006 en los que Ramón y Cajal obtuviese el galardón del Nobel por sus brillantes investigaciones en la estructura y funcionamiento de las células nerviosas, las neuronas. Parece ser que si utilizamos la lógica cíclica hasta el año 2056 o 2106 no lograremos obtener ningún otro reconocimiento mundial a nuestra labor científica en España tan memorable como las "hazañas" de Cajal y Ochoa, mucho más si nuestra labor docente básica se ve mermada por la imposibilidad de incentivar al alumnado a la labor científica, al progreso, a la educación. Y es que ha pasado más de una década y una de las famosas citas de Cajal queda en la más reciente actualidad: "España no está en una crisis intelectual sino que su verdadero mal estriba en su inmadurez cultural con respecto al resto del continente".

¿Quieren conocer cómo terminó mi clase de Biología ese día? Recurrí al libro de citas y escribí en la pizarra lo siguiente: "Toda obra grande, en arte como en ciencia, es el resultado de una gran pasión puesta al servicio de una gran idea". A ellos sólo les pedí que entregaran su pasión por aquello que más le gustase, la misma que me llevó a mi hacia la educación.