El acoso escolar es una lacra social. En un entorno donde deberían sentirse seguros --el colegio-- hay muchos niños que sufren acoso, abusos y agresiones físicas y psicológicas. Al mismo tiempo, hay otros menores que aprenden a ser abusadores, acosadores, agresores. Es el ‘bullying’ una lacra en gran medida oculta, de la que hay poca información, incluso desde algunos ámbitos se le resta importancia como escaramuzas de niños, pues si nadie quiere que su hijo sea acosado, tampoco hay padres dispuestos a admitir que sus hijos son unos acosadores. Pero no son una cosa de niños las terribles consecuencias psicológicas que sufren los menores que lo padecen. La Memoria de la Fiscalía General del Estado del 2017 habla ya del «preocupante fenómeno del acoso escolar». No es la judicialización a priori el mejor camino para solucionar el problema, pero en muchas ocasiones los padres no tienen más remedio. Las familias afectadas resaltan el ‘via crucis’ que supone denunciar y encontrar solución a estos casos, y muy pocos centros escolares tienen planes específicos para prevenirlos. Hay mucho por hacer: educación, protocolos, tolerancia cero, apoyo a las víctimas. Hay que, en definitiva, organizarse para combatir una lacra.