C on amigos como el Estados Unidos de Donald Trump, ¿quién necesita enemigos? Oyendo todo cuanto dice el presidente estadounidense parecería que sus aliados en la Alianza Atlántica son por el contrario sus adversarios. La OTAN ha tenido una larga vida desde su creación, en 1949. La guerra fría fue su razón de ser, el motivo que justificaba su misión. Fue el paraguas que protegía a Europa occidental frente a un bloque comunista que tenía su propia alianza defensiva, el Pacto de Varsovia. La caída del muro de Berlín dejó a la OTAN en una situación difícil que amenazaba su propia existencia. Se reinventó y puso en su programa la estabilidad en Europa ampliando su paraguas a los países del Este. Y hasta hoy, en que la amenaza a su continuidad parece más sería incluso que en 1991.

La radical transformación de la política exterior de EEUU pasa por la división de Europa y en este objetivo sembrar la desunión en la Alianza es un instrumento que sirve a sus objetivos, como sirvió el brexit. Trump no es el primero en intentarlo. Lo habían hecho George W. Bush y su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, a principios de este siglo, cuando dibujaron la «nueva» y la «vieja» Europa con la ayuda del Reino Unido de Tony Blair. La diferencia entre entonces y ahora es que Europa es mucho más débil, con países que prefieren ignorar la historia y desprecian los principios en los que se basa la comunidad que configura la Unión Europea. Atacar como hace Trump a una Angela Merkel muy debilitada tanto en casa como fuera es un ejercicio fácil pero muy disruptivo. La forma grosera en la que acusó a Alemania de proveerse de energía de Rusia mientras EEUU debe defenderla de esa potencia supone un lenguaje bélico y agresivo que no se corresponde con lo que deben ser las relaciones internacionales de los países avanzados.

Trump tampoco es el primero en pedir a los aliados que satisfagan sus obligaciones financieras con la OTAN, pero acusar a los miembros de que no cumplen con el objetivo de gasto militar del 2% del PIB es mala fe cuando dicho objetivo fue fijado para el 2024, y, por lo tanto, todavía debe estar en fase de cumplimiento. Lo mismo que pedir ahora y sin consultar con los aliados que el porcentaje se eleve y alcance el 4%. La OTAN ha contribuido a la fortaleza de Europa, pero también es su debilidad en cuestiones de seguridad, porque no se ha considerado imperiosa una estructura defensiva europea. Cuando EEUU se enfrenta como hace Trump a sus aliados tradicionales, ha llegado el momento de plantearla seriamente. La labor de zapa del presidente de EEUU continuará a lo largo de la semana, cuando visite el Reino Unido del divisivo brexit y se entreviste después con Vladímir Putin, con quien comparte el interés de dividir a Europa.