Córdoba dice adiós a su poeta. A su hijo predilecto que también lo es de Andalucía, a su figura poética más destacada. Pablo García Baena ha fallecido tras una vida fecunda y al mismo tiempo de creación muy aquilatada, dejando tras de sí la clara expresión de sus versos y la generosa certeza de su prosa. Su amor a Córdoba, al que nunca renunció pese a vivir tantos años en Torremolinos, se ha traducido en las expresiones más bellas y en la mejor de las embajadas posible, la de la cultura. Esta ciudad ha disfrutado durante muchos años del orgullo de tener a un premio Príncipe de Asturias entre sus vecinos, y él ha respondido con generosidad hacia las iniciativas de su tierra y hacia las nuevas generaciones de poetas y escritores, que encontraban en el maestro Baena inspiración, amistad y consejo.

García Baena ha fallecido a los 96 años, pero hasta hace apenas unos días se ha mantenido activo, con su mente despierta e inspirada, e incluso ha sido posible que las instituciones tuvieran con él atenciones que, más que un «pago de deudas» --pues él no ha sido un poeta olvidado, la sociedad cordobesa y andaluza siempre lo ha reconocido-- han supuesto un oportuno colofón a su trayectoria creativa. Así, la Universidad de Córdoba pudo investirlo Doctor Honoris Causa en octubre pasado --poco antes había hecho otro tanto la de Salamanca-- y la Junta de Andalucía había decidido dedicarle el año 2018 en lo literario. Apenas ha disfrutado unos días Pablo García Baena de ese año de las letras andaluzas dedicado a su figura, que ahora continuará, pues el escritor, o «artesano de la palabra», como él se definía, seguirá vivo en su obra. En sus versos, como los poemas inéditos que recitó al ser investido por la UCO.

Se va con García Baena toda una época. El estandarte del Grupo Cántico queda ya en manos del pintor y escritor Ginés Liébana, que también era su amigo. Durante largas décadas, Córdoba se ha beneficiado y se beneficia del prestigio de varias figuras de relevancia nacional e internacional --no olvidemos a Antonio Gala, o al Equipo 57 en el ámbito de las artes plásticas-- que han mantenido viva su proyección cultural más allá del pequeño espacio provincial. Quizá, desde hace algún tiempo, se echa de menos el surgimiento de un grupo literario o artístico, o de figuras rotundas que encarnen ante la opinión pública ese contenido de cultura y creatividad que Córdoba desea asociar a su imagen de marca. Nuevas generaciones de escritores, de poetas -impulsados con mimo a través de Cosmopoética--, de pintores, músicos o artistas de la escena han ido surgiendo y madurando, algunos con extraordinaria calidad, pero sin esa proyección y vinculación territorial que ilumine el nombre de Córdoba fuera de nuestras fronteras. En la estela de Pablo García Baena y del Grupo Cántico debe estar la inspiración de nuestra ansiada ciudad de la cultura.