Rodrigo Echenique, vicepresidente del Santander y presidente del Popular, defendió ayer que su grupo evitó una «desgracia» al comprar por un euro el banco intervenido en la misma noche de junio del 2017 en que las autoridades europeas tomaron el control del mismo. «No espero que nos hagan un agradecimiento, pero para España tener un banco de este tamaño y esta fortaleza es un activo muy importante», afirmó en la comisión de investigación de la crisis en el Congreso.

El Popular, sostuvo, no podía «seguir funcionando ni un día más» por falta de liquidez. Si el Santander no lo hubiera comprado, continuó, no hubiera podido abrir y los depositantes habrían sufrido quitas en caso de liquidación, lo que hubiera resultado «devastador», ya que la «estabilidad y la credibilidad del sistema financiero español se hubiera visto gravemente afectada».

Echenique, en esta línea, mantuvo que el banco «no valía nada» y que el euro pagado era un precio «simbólico», al tiempo que destacó que el Santander le tuvo que inyectar 7.000 millones de euros en capital y 13.000 millones en liquidez: «No es lo mismo el precio que el coste». En este sentido, admitió que su entidad solo estaba dispuesto a comprar en caso de resolución, es decir si los accionistas y los bonistas de la entidad perdían todo su dinero, pero lo consideró una «desgracia» y pidió a las autoridades que expliquen mejor a los afectados por qué fue necesario.

El ejecutivo también negó la «teoría de la conspiración» de que la caída del Popular fue forzada para que se la quedase su banco. «El Santander no influyó de ninguna manera en la decisión de la resolución. La motivó un largo proceso de pérdida de confianza del mercado y los clientes, que no es un proceso de días o meses», lanzó a modo de puya a sus antecesores Emilio Saracho y Ángel Ron.

Asimismo, sostuvo que su grupo no ha detectado «inexactitudes o falsedades» en las cuentas del Popular del 2016.