Menos deuda, pero también menos patrimonio. La riqueza financiera neta de los hogares y las instituciones sin ánimo de lucro, medida como la diferencia entre sus activos y sus pasivos, se situó en el 116% del PIB al cierre del primer trimestre, lo que supone una caída de 4,6 puntos porcentuales respecto a la de un año antes. En términos absolutos, las familias registraron a finales de marzo un superávit financiero de 1.361 millones de euros, igual al de doce meses antes pero un 1,24% inferior al de finales del 2017, según anunció ayer el Banco de España.

Esta caída relativa de la riqueza se ha producido pese a que las familias y las empresas han seguido reduciendo su endeudamiento. La deuda bruta del sector privado se situó en 1,837 billones de euros en marzo, el 1,9% menos que un año antes. La reducción fue mucho más pronunciada en las sociedades (2,6%, a los 1,12 billones) que en los hogares (0,7%, a los 0,71 billones). En términos relativos, el sector privado debe el equivalente al 156,4% del PIB, lo que supone un descenso de 9,4 puntos porcentuales. Lógicamente también en este caso con una mejora mayor en las empresas (6,5 puntos, al 95,9%) que en las familias (2,9 puntos, al 60,5%).

El problema para los hogares es que sus activos financieros también cayeron. En marzo se situaban en 2,133 billones de euros, un 0,2% menos. El descenso se debió a una pérdida de valor de los activos de 24.000 millones de euros, debida sobre todo al mal comportamiento de la bolsa. Las familias compraron nuevos activos por valor de 19.000 millones que no pudieron compensar dicha depreciación. En relación al PIB, la caída fue mayor: casi ocho puntos porcentuales, hasta el 181,6%, debido a la expansión económica.

La mayoría de los activos de los hogares eran efectivo y depósitos (el 40% del total), por delante de participaciones en capital (25%), seguros y fondos de pensiones (17%) y fondos de inversión (15%).