Ayer fue el día más caro del año para lavar la ropa y encender las bombillas, para poner el aire acondicionado o enchufar el ventilador. El precio mayorista de la electricidad sigue su escalada al alcanzar este 29 de agosto la cifra de 70,99 euros MWh en la península ibérica, un euro más que el segundo dato más alto del año, el que se conseguirá hoy cuando la luz costará una media de 69,66 euros, y dos más que el máximo anterior del 2018, de 68,52 euros, alcanzado el día 22 de este mes, según datos del Operador del Mercado Ibérico de Electricidad (Omie).

Este aumento se reflejará en el precio regulado de la luz (Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor o PVPC), una de las partes de la factura de la electricidad junto con los impuestos y los peajes, por lo que estas cifras afectarán directamente al bolsillo del consumidor que tendrá que hacer frente al recibo más caro de su historia. Un consumidor medio con 4,4 kilovatios (kW) de potencia contratada y un consumo anual de 3.500 kilovatios a la hora (kWh) pagará este año 796 euros de luz, tres euros más que en el 2012 cuando se registró el récord anterior (793 euros), según los datos del consultor energético y analista del mercado eléctrico, Francisco Valverde.

El problema es tal que, según confirman fuentes del ministerio de Transición Ecológica, la ministra Teresa Ribera tiene previsto comparecer en el Congreso de los Diputados antes del 19 de septiembre para dar explicaciones sobre la factura de este año.

Los motivos de este alza en los precios se deben a que está habiendo poca producción eólica porque no sopla el viento, los parones de la nuclear francesa y parte de la española, pero sobre todo al ascenso continuado de los precios de los combustibles fósiles, carbón y gas natural, y la cotización de los derechos de emisión de CO2, que se ha cuadriplicado en un año, pasando de 5 euros por tonelada a más de 21. Esto tiene una incidencia directa en el gas (0,4 toneladas por MWh), pero sobre todo en el carbón (0,95 toneladas por MWh).

Negocio del agua/ El mercado eléctrico español se rige por un sistema marginalista, es decir, la última central que encaja oferta y demanda es la que fija el precio para todas las fuentes de energía, por lo que si la energía eólica no da para cubrir toda la demanda y entra el carbón, se cobrará todo al precio de este combustible. En este sentido, Valverde pone el acento en las hidráulicas, cuyo precio lo determinan las empresas que explotan este recurso y que no es tan barato como parece porque utilizan como fórmula el coste de oportunidad, es decir, el coste que supondría que no entrase el agua. «Todo el mundo tiene en la cabeza que el agua es muy barata pero no, el agua es muy barata cuando están obligados a desembalsar, algo que ocurre en momentos muy puntuales y entonces la bajada de los precios mayoristas es impresionante, pero quitando eso, el agua suele tener el mismo precio que el carbón o el gas», explicó.

Por eso, emplaza al Gobierno a «abrir competencia» en este negocio, bien quedándose las concesiones según terminen (antes del 2050) y subcontratando el mantenimiento, u ofreciéndoselo a otras empresas que no tengan agua en su cartera. «Para Iberdrola es muy fácil jugar con las térmicas de carbón, los ciclos combinados y el agua porque lo que no gana por un lado, lo gana por el otro», agregó Valverde.

El alza en los precios ha venido afectando desde el mes de abril a todos los países europeos. De hecho, el aumento de ayer se notó en toda Europa con cifras de 72,55 euros MWh en Reino Unido; 62,87 euros MWh en Alemania, donde suele ser más baja que en España; 68,30 euros MWh en Francia; 68,52 euros MWh en Holanda; 59, 25 MWh en los países nórdicos, también siempre más baratos, o los 75,97 euros MWh que le costó de media la luz a los ciudadanos belgas.