Es por todos sabido que las actuales marcas automovilísticas no siempre se han dedicado únicamente a la producción de coches. Algunos fabricantes comenzaron su andadura en sectores muy diferentes a la automoción y con el tiempo evolucionaron hasta llegar a lo que son hoy en día. Algunos comenzaron vendiendo molinillos de café, otros bicicletas, incluso los hay que en sus orígenes se dedicaban a la fabricación de motores, pero para avionetas de la Segunda Guerra Mundial.

Este también es el caso de Citroën, que hasta ser uno de las marcas más populares del mundo ha pasado por diferentes etapas en las que ha producido de todo. Hoy, la marca francesa es reconocida por sus últimos modelos en el mercado, como el E-Mehári o el Citroën C4 Cactus, pero hubo una época en la que Citroën contaba con su propia sociedad de transporte, que contaba con más de 150 líneas.

Además, los autocares utilizados para cubrir esas distancias eran de la propia marca. Puede que el modelo más representativo sea el Autocar Citroën U23, creado cogiendo como base el camión Citroën U23, con un motor de 11 CV. Este pequeño vehículo dedicado al transporte contaba con capacidad para 20 personas sentadas y otras ocho de pie.

Citroën utilizó el Tipo A, su primer automóvil fabricado en serie, para modificarlo y crear así pequeños tractores agrícolas. A mediados del siglo XX nació el Type J, un tractor con 7 CV y tracción a las cuatro ruedas, destinado a un público más rural.

Citroën también se sumergió en el mundo de los coches de competición de la mano de Maurice Emile Prezous, el propietario de uno de los concesionarios de la marca, que basándose en los modelos que el vendía creó su propio monoplaza de carreras, el MEP X1. Con el tiempo, este ingeniero mejoró su primera creación hasta alcanzar los 190 km/h en su versión MEP X2. Fuen entonces cuando Citroën se interesó en este sector y trabajando sobre la idea inicial de Maurice, construyeron el Citroën MEP X27. Este vehículo, del que se llegaron a fabricar hasta 80 unidades, tenía ciertas similitudes con el modelo de la marca Citroën GS y alcanzaba los 200 km/h, los que le permitió competir en los circuitos hasta el año 1975.

Una de las creaciones más singulares de la marca francesa, la que más se aleja del sector de la automoción es el Citroën RE 210. Este vehículo se desplazaba, como los demás modelos de la marca, a gran velocidad y estaba dotado de una gran comodidad. La única diferencia es que el RE 210 "volaba", y no por que fuera tan excesivamente rápido que se despegara del asfalto, sino porque era un helicóptero. Este modelo se encuentra actualmente conservado en el Conservatoire Citroën, en Francia.