La crisis que estalló en el 2008, la peor desde el 'crack' de 1929, ha dejado heridas. Dos libros, uno del economista y antiguo director de ‘El País’, Joaquín Estefanía; y otro del periodista e historiador progresista holandés, Rutger Bregman, las abordan. Y proponen soluciones. En algún caso, como el de Bregman, que pese a sus 29 años despertó la atención del desaparecido Zygmunt Bauman, rompedoras.

Estefanía, en 'Abuelo, ¿cómo habéis consentido esto?' (Planeta, marzo del 2017), se dirige a sus nietas y apela a todos los jóvenes, que por primera vez desde la segunda guerra mundial van a vivir peor que sus padres e incluso que sus abuelos, a "movilizarse y participar electoralmente". Solo así se vencerá el miedo en una sociedad en la que se ha híperfragmentado incluso la precariedad y calan los mensajes populistas que han llevado a Donald Trump a la Casa Blanca o que pueden aupar a Marine Le Pen en Francia.

A la espera de saber si ese deterioro generacional es coyuntural o se convierte en una tendencia, reprocha a los partidos en España que no hayan afrontado el problema que afecta a la juventud. "Eldesempleo juvenil no está en el debate político. Si lo estuviera, la primera medida aprobada tras cinco meses de legislatura no hubiera sido contra le denominada 'ley mordaza' o el decreto de los estibadores, sino contra la reforma laboral", sentencia Estefanía.

NO ES UNA CATÁSTROFE NATURAL

Lo que ha sucedido no es "una catástrofe natural sino provocada por la mano del hombre", por una opción ideológica. Es un mal generalizado: "No hay país que se preocupe realmente por los jóvenes". Y algo que "es lo peor de lo que ha sucedido con la crisis, especialmente en los países de la Europa del Sur": Se ha disparado la desigualdad de oportunidades. "Aquellos jóvenes que no tienen familia que les ayude no pueden estudiar ni trabajar y se convierten en nihilistas", agrega. Un dato revela el deterioro: la emancipación del hogar familiar es hoy seis años más tarde que en el 2007.

Por su parte, Bregman propone en 'Utopia per realistes' (Empúries, Barcelona, 2017) una "revolución paso a paso" basada en una renta básica universal, la semana laboral de 15 horas y la supresión de fronteras. Y, en tono jocoso afirma ante los escépticos: "en España, donde hubo una dictadura 40 años, ¿me van a decir que las cosas no pueden cambiar?"

RICHARD NIXON

Cree llegado el momento de darle la estocada final a la pobreza, que ha tendido a la baja en los últimos años a nivel global, y de dejar de tener "lo peor de la izquierda y lo peor de la derecha". No hay que olvidar que fue el republicano Richard Nixon, derribado por el caso 'Watergate', a finales de los 60 el que trató de introducir una renta básica en EEUU y lo tumbaron los demócratas en el Senado por considerarla insuficiente.

Y lo cierto, proclama Bregman, es que "es más barato erradicar la pobreza que combatir sus síntomas". En EEUU, la pobreza infantil, añade, tiene un coste de 500.000 millones de dólares cada año, mientras que fijar una renta básica universal supondría 175.000 millones. Y es que mantener la pobreza tiene enormes costes, tanto en materia de sanidad, seguridad por una mayor delincuencia....

INVERSIÓN, NO GASTO

Es preciso, agrega Bregman ver estas políticas como "una inversión a largo plazo que se financia a sí misma", no como se hace habitualmente, que es verlas como un gasto. Hay estudios, afirma, que demuestran que "cada euro invertido en sacar a una persona de la calle supone un retorno del triple o más. Es increíblemente caro para todos nosotros que alguien viva en la calle: más costes sanitarios, más delincuencia...".

Otra vía de evitar la pobreza es suprimir fronteras, apunta. "Lainmigración es la herramienta más poderosa contra la pobreza global" como ha mostrado la historia con los grandes países, que han sido "más tolerantes y abiertos que sus competidores".

Y sobre la renta básica, que gana cada vez adeptos, Estefanía recela de que su principal defensor actual sea el elitista Foro de Davos. "Lo significativo es que no se habla de lo que puede significar, de que, tal como desconfían los sindicatos, que sea para desmantelar el resto delestado del bienestar". Es una desconfianza que aportan las canas y seguramente la experiencia. Algo de realismo y recelo, sin rechazo absoluto, ante la utopía.