En noviembre del 2012, España se quedó sin representante en la cúpula del BCE por primera vez desde su fundación en 1999 y en pleno rescate de la banca española. El candidato español Antonio Sáinz de Vicuña, un jurista con un perfil nada financiero y por tanto alejado de los perfiles que demanda el Tratado de la UE para poder formar parte del consejo del BCE, fue derrotado en una votación del Consejo Europeo que eligió al luxemburgués Yves Mersch. El relevo en juego era la silla que había dejado libre José Manuel González-Páramo al vencer su mandato.

España está infrarrepresentada o nada representada en las instituciones europeas donde se deciden cada vez más las cuestiones que afectan a las vidas de los ciudadanos. Una prueba de ello es, por ejemplo, la crisis este año del Banco Popular, que se ha convertido y pasará a la historia como la primera resolución exprés decidida por Europa de un banco en crisis. En cuestión de horas, la Junta Única de Resolución (JUR), un mecanismo que funciona en colaboración con el Parlamento Europeo, la Comisión Europea, el BCE y la Autoridad Bancaria Europea (EBA), decidió la intervención y venta del Popular al Santander por un euro. Al margen de la polémica del rescate fulminante, la actuación demuestra qué importancia están cobrando para la gobernanza las instituciones europeas y la relevancia de que España, como cuarto mayor país por PIB de la UE, tras Alemania, Francia e Italia, tenga peso en estas.

Pero sucede más bien lo contrario, algo que fuentes de las instituciones europeas y del sector bancario consultadas explican por la falta de habilidad de la diplomacia española. Así, España no ocupa ningún puesto de relevancia en la Comisión Europea, tan solo una comisaría menor ocupada por Miguel Arias Cañete, ni tampoco en el Parlamento Europeo, además de estar desaparecida del BCE. Un destacado financiero español expresaba de esta manera la importancia de estar presente en el órgano de gobierno del BCE. "La presencia de España donde se toman las decisiones es fundamental porque es evidente que confiere una capacidad de influir, pero además puede trasladar en las dos direcciones el contexto y la información, lo que ayuda a una mejor toma de decisiones aquí y allí", explica la fuente.

España tiene ahora la oportunidad de recuperar la silla perdida del BCE. No es un secreto que el ministro de Economía español, Luis de Guindos, aspira a la vicepresidencia del BCE y cree contar con el apoyo de Francia y Alemania. Él mismo no solo no lo ha negado, sino que en círculos reducidos ha expresado su querencia por el cargo. La impresión de las fuentes consultadas en las instituciones europeas es que la opción de Luis de Guindos está bien encarrilada, pero que juegan en contra algunos aspectos que deberán limarse en las próximas semanas.

Equilibrio de partidos

A favor de Guindos juega el hecho de que el portugués Mário Centeno haya logrado la presidencia del Eurogrupo a partir de enero en sustitución del holandés Jeroen Dijsselbloem. Se trata de un político liberal e independiente, pero que pertenece a la familia socialdemócrata al haber ocupado la cartera de ministro de Economía en Portugal desde el 2015 aupado por el primer ministro António Costa. El hecho de que provenga de un Gobierno socialdemócrata es un elemento importante, dado que el resto de altos cargos en la UE -Jean-Claude Juncker al frente de la Comisión, Antonio Tajani en la Eurocámara y Donald Tusk en el Consejo Europeo- son miembros del Partido Popular Europeo, al igual que Guindos se considera un candidato del PP español.

Centeno también equilibra el eje sur-norte, en el sentido que representa en las instituciones a un país del sur después de una presidencia polémica del holandés Dijsselbloem que llegó a decir que los países del sur derrochaban en mujeres y en alcohol. En este sentido, Guindos también procede de un país rescatado del sur, pero su elección como vicepresidente del BCE podría encajar a Alemania, que aspira a lograr la presidencia del BCE en el 2019 cuando venza el mandato de Draghi.

Pero en la eurozona hay dos pesos pesados en campaña activa por el puesto del vicepresidente, Vítor Constâncio, o el del presidente, Mario Draghi, cuando llegue el momento. Uno es el actual gobernador del Banco de Holanda, Klaas Knot, académico muy reputado a nivel internacional. Otro es el actual gobernador del Banco de Irlanda, Philip Richard Lane, que se ha granjeado una gran fama por su gestión del post-rescate del país y pertenece a un país pequeño que nunca ha tenido representación en el BCE y tarde o temprano la deberá tener.

En contra de Guindos hay varios aspectos. A pesar de que se le reconoce su gran labor al frente de la reestructuración bancaria en España, en el BCE no gusta el salto directo de la política al regulador sin un paso intermedio. El único caso que se recuerda es el del alemán Jörg Asmussen, que venía de ser secretario de estado con Angela Merkel, un cargo menos señalado que el de ministro. Tampoco gusta en el BCE la poca discreción con la que Guindos gestiona su candidatura, lo que fuentes cercanas al PP atribuyen más a la necesidad de empujar al siempre ambiguo Mariano Rajoy a que oficialice su nombre, lo que le obligará a remodelar el Gobierno. Por último, hay quien asegura que si España presentara una mujer con un perfil potente lo tendría ganado ya que una vez más ha vuelto a abrirse el debate sobre la falta de representación femenina.

Una decisión de los Estados

El fracaso español en las instituciones europeas contrasta por ejemplo con la gran habilidad de Italia, que cuenta con Mario Draghi en la presidencia del BCE, Federica Mogherini como alta representante para la Política Exterior de la Comisión Europea, y con Antonio Tajani como presidente del Parlamento Europeo. Recientemente, a punto estuvo Italia de lograr la sede de la Agencia Europea del Medicamento para Milán, batalla que perdió al empatar con Amsterdam y tener que echar a suertes con Holanda la decisión final.

El relevo echará a andar de manera formal a mediados de enero, una vez el Eurogrupo realice su primera reunión del 22 de enero, en la que se estrenará su nuevo presidente Mário Centeno. Fuentes cercanas al proceso detallan que tras esta primera reunión, el BCE mandará una carta a esta institución en la que informará que el mandato de su vicepresidente Vítor Constâncio vence a finales de mayo y debe buscarse un reemplazo.

A partir de ahí, empezará formalmente el periodo de presentación de candidatos por parte de los Estados al Eurogrupo. La decisión se tomará en primera instancia en el Eurogrupo y en el Ecofin, se consultará con el BCE y con el Parlamento Europeo, y debe refrendarse en un Consejo Europeo en el que el candidato debe reunir una mayoría cualificada.

Por tanto, se trata de una decisión de los Estados miembros en la que vuelve a influir la diplomacia y la capacidad de captar adhesiones. Los Estados no empiezan a trabajar sus cuotas de poder a partir de que un cargo queda vacante, si no que es un trabajo que preparan durante años, explican fuentes europeas. "España tiene una cierta dificultad de pensar a medio y largo plazo y eso dificulta el acceso a las cuotas de poder que merecería por su peso económico", explican estas fuentes.

El artículo 283 (2) del Tratado de la Unión Europea prevé que el candidato sea elegido entre personas de reconocido prestigio profesional y experiencia en política monetaria y banca.