Ni más ni menos que el 44,5% de la población española cuenta con un seguro de decesos (que cubre específicamente el entierro), lo que supone un total de 21 millones de beneficiarios, según los datos del informe 'Estamos seguros 2016', de la patronal aseguradora Unespa.

Estas compañías se hicieron cargo el año pasado de 243.000 fallecimientos, el 60% de todos los registrados en el país. El de decesos es el segundo seguro más implantado en España, tras el de automóvil. Las comunidades en las que tiene mayor implantación son Extremadura, con el 70,2% de la población cubierta, seguida de Asturias (64,1%) y Andalucía (60,5%).

En todo caso, incluso en las autonomías con menor peso tienen una presencia significativa de este tipo de pólizas, como sucede con Baleares (22%), Navarra (23,2%) y La Rioja (29%). Se suelen contratar pasados los 45 años y "muy especialmente, en la vejez", según el estudio. De todas formas, en tramos de edad por debajo de 30 años su implantación fluctúa entre el 20% y el 40%.

Por otra parte, Cantabria (60.254 euros), Ceuta (52.232 euros), Baleares (52.215 euros) y Catalunya (49.595 euros) son las comunidades en las que más se paga de media por los seguros de vida que cubren el fallecimiento. Los lugares donde las prestaciones fueron menores fueron la Comunidad Valenciana (15.845 euros), Melilla (17.287 euros) y Asturias (21.629 euros), según el mismo informe.

Indemnización media de 34.427 euros

De acuerdo con este trabajo, el sector asegurador de vida indemnizó 49.996 defunciones el año pasado, a través de las pólizas que cubren los entierros. La compensación media fue de 34.427 euros. En total se pagaron 4,72 millones de euros en indemnizaciones cada día. O lo que es lo mismo, 1.723 millones en el conjunto del ejercicio.

El mismo estudio destaca que las personas de entre 25 y 45 años son las más propensas a adquirir una póliza con cobertura de fallecimiento. Dos de cada tres individuos en esta franja de edad se aseguran.

La presencia de este producto continúa siendo destacada en los tramos de edad posteriores, entre 45 y 65 años. Ello se debe a que la compra de seguros de vida riesgo está estrechamente vinculada operaciones como a la firma de una hipoteca o la formación de una familia.