¿Dónde vive mejor un cerdo? ¿En España o en otro país europeo? A tenor de las exigencias de la normativa española, sin duda los puercos ibéricos son de los mejor tratados de la Unión Europea (UE). Pero esto tiene también su parte negativa, como mínimo para los productores, porque conlleva un mayor encarecimiento de la cría y «provoca una distorsión de la competencia en la UE». Así lo expresa textualmente la Asociación Nacional de Productores de Ganado Porcino en el litigio legal que mantiene con el Gobierno español desde enero del 2014.

El pasado 10 de junio se aprobó el real decreto que establece las características de calidad que «deben reunir los productos procedentes del despiece de la canal de animales porcinos ibéricos, que se elaboran o comercializan en fresco así como el jamón, la paleta, la caña de lomo ibéricos elaborados o comercializados en España». Se trata de condiciones que superan de largo las obligaciones comunes legales en la UE.

Las mayores diferencias con la directiva europea 2008/120 relativa a «las normas mínimas para la protección de cerdos» son que en esta norma se establece que un puerco confinado de más de 110 kilos debe disponer de, al menos, un metro cuadrado de superficie en suelo libre y que la edad mínima de sacrificio será de ocho meses. La normativa española es más generosa para el marrano: exige el doble de espacio vital para el animal en granja, dos metros cuadrados, y le permite vivir 60 días más antes de ser sacrificado, 10 meses de edad mínima.

Poca broma. La cabaña de cerdos ibéricos en España alcanzó los 3,1 millones de ejemplares en el 2016, más del 10% de la cabaña porcina global española, que rozó los 30 millones ese año. Son muchos metros más de granjas y de meses de cría en España que en otros países europeos. Pero también es cierto que, desde que se aplica la normativa que favorece el bienestar animal, los productos ibéricos han aumentado tanto en calidad como en cantidad.

Pese a ello, los productores han mantenido su pulso jurídico con el Gobierno, hasta llegar al Supremo. Los magistrados españoles no acabaron de ver claro el asunto y lo elevaron al Tribunal de Justicia de la UE. Finalmente, la semana pasada, los jueces europeos se decantaron a favor de los cerdos mejor criados y dictaminaron que el decreto español no se opone a ninguna norma europea, ni rebaja o impide la competencia con otros países. Lo dicen a su manera, con el lenguaje legal característico, aunque hay que reconocer que se esfuerzan en hacerlo más asequible: «Al aumentar los requisitos mínimos respecto a la superficie de terreno en que deben vivir los cerdos y elevar la edad mínima para el sacrificio, esta normativa no puede menoscabar el bienestar de los animales y, por lo tanto, no es incompatible con dicha directiva». Ahora ya pueden descansar los cerdos ibéricos, porque Europa los protege.