El presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, se sumó ayer a la cumbre europea de Bruselas, adonde fue a pedir ayuda para frenar la ofensiva rusa en su territorio. Y la consiguió a medias. Los dirigentes europeos exhibieron toda su retórica para censurar el apoyo del Ejército de Vladimir Putin a los separatistas, pero dejaron un margen a la vía diplomática y decidieron dar una semana a Moscú antes de anunciar una segunda ronda de sanciones.

Los Veintiocho ya aprobaron en julio el primer castigo contra Rusia tras el derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines sobre Ucrania, al que Putin respondió con el veto a los alimentos comunitarios.

«EN ESTADO DE GUERRA» / Pese a que algunos ven la «amenaza más seria a la seguridad continental desde la guerra fría» (Herman van Rompuy, presidente saliente del Consejo Europeo), creen que «Rusia está en estado de guerra contra Ucrania» (Dalia Grybauskaité, presidenta lituana) y advierten de las consecuencias de «reflexionar» demasiado antes de frenar a Moscú (David Cameron, primer ministro británico), anoche se impuso la precaución y en su declaración final los Veintiocho no incluyeron nuevos castigos a Putin.

«Tenemos que trabajar sobre las sanciones pero dejando la vía diplomática abierta, y lograr una combinación inteligente de las dos», declaró la futura alta representante de política exterior, la italiana Federica Mogherini. La dirigente socialista fue vetada en verano por los países del Este, que la consideraban pro-rusa, por lo que sus decisiones serán miradas con lupa por el bloque de los países excomunistas.

El primer ministro belga, Elio di Rupo, advirtió de que las nuevas sanciones debían «funcionar contra Rusia» y «no perjudicar al mismo tiempo a la Unión», en referencia al impacto económico del veto ruso a los productos europeos. También se refirió a las consecuencias en la economía el presidente del Parlamento europeo, Martin Schulz, aunque las justificó ante la gravedad de los últimos episodios.

En este sentido, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, pidió que la Comisión Europea debe preparar más ayudas a los agricultores comunitarios si persiste el veto. «Hay muchos ciudadanos que se ven perjudicados en el conjunto de la Unión Europea y también en España», apuntó en las breves declaraciones a la prensa que hizo a su llegada a Bruselas, en las que se manifestó a favor de dejar un espacio al diálogo entre rusos y ucranianos.

CITA EN MINSK MAÑANA / Bruselas podrá empezar a ver mañana si ese margen para la diplomacia da algún fruto. El denominado «grupo de contacto para Ucrania, que incluye a representantes de Rusia, de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y de la propia Ucrania volverán a sentarse en Minsk para abordar la elaboración de una hoja de ruta con la que se pueda alcanzar un alto el fuego bilateral.

Poroshenko advirtió en la rueda de prensa que dio en la sede de la cumbre europea de que la crisis con Rusia está muy cerca de alcanzar el «punto de no retorno» y convertirse en una «guerra a gran escala».

Sobre el apoyo técnico militar, el presidente Poroshenko explicó que hacen falta nuevas consultas con los estados miembros y añadió que estas conversaciones se desarrollarán en la cumbre de la Alianza Atlántica que se celebrará a finales de la próxima semana en Gales.

Si las conversaciones de Minsk no suponen ningún avance hacia la paz, la Comisión Europea podrá actuar rápidamente, si así lo decide, porque las nuevas sanciones ya están preparadas, según explicó el todavía presidente, José Manuel Durao Barroso.